Los habitantes de Camargo, ubicado en la zona centro sur del estado de
Chihuahua, han enfrentado la violencia casi en silencio, aislados,
invisibilizados. Del año 2008 al 2009, incrementaron los homicidios dolosos un
550 por ciento, al pasar de 9 a 51, y de 2008 a 2012 se incrementaron otro 40%,
de 65 a 90.
Mientras que en municipios como Juárez y Chihuahua disminuyeron los homicidios, Camargo fue una de las regiones en las que incrementó. Del 2011 al 2012, incrementaron 40 por ciento, de 65 a 90. Se registraron por lo menos cuatro masacres. De 2008 a 2012, asesinaron a 288 personas, 268 hombres y 20 mujeres.
Camargo vivió tranquilo durante unos seis meses, dice el periodista Luis
Fernando González, quien ha cubierto la ola de violencia junto con su compañero
Pedro Sarmiento, de manera callada.
En el 2008, se les plantó enfrente la escalada de violencia, tuvieron
que cubrir como lo hacían cotidianamente. “Había un muerto, otro, cada vez más
muertos. Muertos por todos lados, se emparejaron las cifras con las del resto
del estado”, recuerda Luis Fernando.
El medio para el que trabajan, Tv Camargo, televisión por cable, ha sido
donde han dado a conocer masacres, personas degolladas, incineradas, de todo, “ha
sido muy sanguinario, hemos visto lo peor”, dice.
Con la detención de “El Gato”, se calmó la violencia, derivada de la
lucha por la plaza por dos grupos delictivos. “Se recuperó la vida nocturna
incluso, ya casi nadie salía, entonces la gente comenzó a salir, muchos se
habían ido”, comenta el periodista camarguense.
Ahora, con el regreso de la ola de violencia, Luis Fernando coincide con el resto
de los habitantes: “Ahora todo es silencia, nadie comenta, como si quisieran
olvidar y no volver a vivir lo que pasamos, están como queriendo olvidar, ignorar.
Camargo tenía paz y esto que sucedió, sí impacta”.
Asegura que la gente volvió a confiar en ellos mismos, se reforzó la
convivencia social porque los primeros años hubo mucha división, pero la
sociedad civil organizada hizo un buen trabajo y ahora los habitantes se niegan
a aceptar el regreso de la violencia.
En Camargo registraron por lo menos cinco masacres que trascendieron,
entre 2011 y 2012, principalmente en bares y otra en una casa de seguridad. La
gente dejó de salir en la noche, pero desde hacía seis meses se animó a salir,
de nuevo arbrieron negocios nocturnos.
Después de la masacre de El Coliseo, cerraron más bares, entre ellos uno
de los más populares. Además, se han registrado secuestros, el último el de una
enfermera que aún no aparece.
Hay por lo menos, unas 30 personas desaparecidas, calcula Luis Fernando
González, quien destaca el caso del empresario ganadero José González Martí, de
80 años. Su familia ha pagado dos veces el rescate y aún se lo entregan.
“En el panteón abrieron un área
nueva, ahí se llena de viudas
y huérfano llorando. Van más de 200 muertos camarguenses. Ha sido una pesaldilla que hemos cubiero como Dios nos ha dado a entender, era nuevo para
nosotros”, abunda.
Por la información que manejan en su medio, han recibido llamadas anónimas para reclamar
notas o para que saquen información, la decisión que han tomado ha sido de
acuerdo al sentido común, con solidaridad y cobertura conjunta, según sea el caso.
Sin protocolos de seguridad y completamente asilados, han dado cuenta de
todos los hechos violentos, apoyados sólo en la ciudadanía, dice Luis Fernando.
“Ha sido un aprendizaje macabro, no tenemos nada de protección,
la gente siempre nos ayuda. Hemos recibido amenazas,
incluso de la familia, pero hemos salido adelante, con puro sentido común”,
cuenta Pedro Sarmiento.
Camargo se encuentra en medio de Delicias y Jiménez, dos ciudades de la zona
centro sur, en donde se ha incrementado considerablemente la violencia este
año, y en abril, alcanzó también a los camarguenses.
La silenciosa
narcoviolencia
El año
pasado, cuando aprehendieron al presunto líder del Cártel de Sinaloa en la
región sur del estado, Lamberto
Gurrola Hernández, “El Gato”, en Parral, en Camargo regresó la paz, por lo
menos temporal.
De septiembre del año pasado a abril de este año, recuperaron
la tranquilidad, el número de organizaciones civiles incrementó, la gente se
enfocó a ocupar los espacios públicos y trabajar, comenta un comerciante del
ramo restaurantero.
“Sí cambiamos algunos hábitos. Nosotros preferimos no abrir
el negocio ya muy tarde, mejor comenzamos temprano y pues, lo que salga.
Andamos bien, si uno no anda en malos pasos, no tiene por qué preocuparse, sólo
hay que cuidarse”, opina el comerciante, quien prefiere permanecer en el
anonimato porque asegura que nadie puede hablar.
Cuenta que hay personas en Camargo,
muchas que no son de ahí, que “se hacen ricos
de repente. Usted no puede decir nada porque lo van a matar. La realidad
de esa gente es otra, vive otro tipo de vida. Hay partes donde hay unas casotas
y las gentes tienen unas trocotas, pero no trabajan ni tienen negocio, es muy
notorio”, agrega.
El municipio de Camargo tiene 47 mil habitantes y la cabecera municipal, donde
se registró la última masacre, tiene poco más de 39 mil.
La aparente calma terminó el pasado 29 de abril, cuando un comando
armado irrumpió en un palenque de gallos “El Coliseo”, alrededor de la una de
la mañana. Hacía una hora que había concluido la pelea, cuando llegaron a
asesinar a cuatro personas, entre ellas un policía municipal de 22 años, un
presunto sicario y dos civiles.
Al siguiente día, encontraron los cuerpos de dos hombres, que aparentemente
participaron en la masacre. Eran Francisco Alonso Salazar Chávez y Juan Antonio
Martha de los Santos, quienes tenían pasamontañas, entre 10 y 15 balas de armas
cuerno de chivo, así como otro tipo de parque. Tenían alrededor de 20 años, de
acuerdo con la Policía Municipal de Camargo.
“NO QUIERO MORIR”, DIJO POLICÍA ASESINADO A SU JEFE
Daniel Alejandro Soto Giner tenía 22 años y dos en la corporación municipal. El
28 de abril le tocó vigilar la entrada del palenque, otros dos compañeros
estaban adentro, también vigilaban.
Cuando entró el
comando armado de encapuchados, al primero que le dispararon fue a Daniel Soto,
luego ingresaron y mataron a Sixto Iván Aguirre Infante, a José Raúl Chávez y a José
Humberto Chacón Gómez, este último presunto sicario y a
quien buscaban, de acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía Zona Centro.
El agente resultó lesionado y falleció en el hospital. Antes de morir,
dijo a su jefe: “no quiero morir, deseo continuar siendo policía y estar en
servicio”, reveló el presidente municipal Arturo Zubía Fernández, durante el
homenaje de cuerpo presente que realizaron en las instalaciones de a
corporación, el 30 de abril.
El alcalde destacó el profesionalismo del agente. “Nos embarga la angustia y el coraje, era un joven de
reciente ingreso de la academia, integrante del grupo táctico, se desempeñaba con
profesionalismo y era alegre. Sentimos esta lamentable pérdida, nos embarga una gran
desesperación e impotencia cuando suceden estas
cosas”, agregó.