Las elecciones de este siete de julio en 14 entidades
del país, se libran en contra de uno de los bloques de gobernadores más duro y
pre-moderno del Partido Revolucionario Institucional. En ellos están varios de
los que aportan los mayores elementos de descrédito público y contradicción con
el nuevo discurso civilizatorio de la política que pronuncia a cada rato el presidente
Enrique Peña Nieto.
Es una batalla contra el
neo-caciquismo estatal, que encarnan con insuperable estilo los
gobernadores de Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo. Y
aunque se conoce esa conducta de distintas maneras, el feuderalismo los engloba
mejor.
El fenómeno del feuderalismo es más grave de lo que se
piensa. Se ha convertido en la mayor resistencia a la modernidad política, al
crecimiento económico y a la alternancia democrática. Es una amplia zona del
país - extraordinariamente fondeada de recursos públicos -, desde donde se tratan de revertir los cambios
que a nivel nacional hemos conquistado en transparencia, fiscalización,
rendición de cuentas, división de poderes, libertad de expresión, pluralismo y
autoridades electorales más confiables. No es casualidad que desde ahí se
generan hoy los mayores embates en contra del Pacto por México que, entre otros
propósitos tiene los de reubicar el papel de los poderes fácticos y el de los
gobernadores, al estado de derecho.
Hace años se habla de Feuderalismo. Recuerdo un texto
espléndido para Nexos de Genaro Borrego Estrada, quien fuera ni más ni menos
que presidente nacional del PRI; describió la asunción de esa resistencia y el
empoderamiento de los gobernadores que, sin contrapeso alguno, convirtieron a
los Estados en sus Feudos, y generaron a su vez la dinerocarcia. "Propiciadora de corrupción e impunidad,
que son la metástasis que corroe a la nación".
Lo explica así: "Los órganos fiscalizadores del
ejercicio presupuestal, para darle capacidad a los Congresos locales de cumplir
con su función constitucional en este sentido, no se robustecieron ni en lo
técnico ni en lo político. Por una parte, la dominancia mayoritaria del PRI en
los Congresos locales y, por la otra, la baja exigencia opositora y ciudadana
por fortalecer los órganos técnicos responsables de revisar las cuentas
públicas, ha dado como resultado que éstos hayan quedado debilitados al darse
la alternancia en la presidencia de la República, y con ella la dispersión del
poder político, hasta entonces súper concentrado, el cual fue tomado en gran
medida por los gobernadores".
“Con más poder político los gobernadores han conseguido
la canalización de más recursos a sus entidades, incluso los provenientes de la
renta petrolera, sin tener a quién —en serio— rendir cuentas, ni siquiera a su
ciudadanía electora, ya que no son ellos quienes le cobran los impuestos, sino
el gobierno federal".
"Más poder político, más recursos presupuestales
para su ejercicio, aunado a la discrecionalidad para obtener créditos en montos
elevados sin transparencia y rendición de cuentas verdadera, es una distorsión
grave, consecuencia de la transición inacabada, la cual se ha querido
circunscribir tan sólo al plano electoral, sin tomar en cuenta que para
consolidarse es indispensable emprender las transformaciones al andamiaje
institucional del Estado que no se corresponde con la nueva realidad de avance
democrático".
La descripción de Génaro Borrego me sirve porque a estos
dos fenómenos se ha agregado lo que llamo el "cesarismo ramplón", una
aportación chihuahuense a las formas degenerativas del federalismo democrático
que durante tantos años anhelamos y hoy vemos constituirse en la mayor
tragedia, en términos de regresión autoritaria.
Ningún ejemplo tan ilustrativo como el de César Duarte
Jacquez, gobernador de chihuahua para dimensionar la nueva vertiente del
fenómeno. No porque provenga o derive de su nombre, sino porque el
"cesarismo", "duartista" y "chihuahuense" tiene
los peores rostros del culto a la personalidad. Esto es, no se trata por ningún
motivo de aquel tipo de gobierno centrado en la fe por un hombre basado en su
capacidad personal, a la que se atribuyen rasgos heroicos. Este es un ejemplo
de los excesos y abusos a los que puede llegar un gobernante sin contrapesos,
ni equilibrios institucionales o sociales, el nepotismo entre ellos, la
adulación como justificación ante el fracaso y el despilfarro en la promoción y
el culto a la personalidad en los medios de comunicación.
En Chihuahua, se dan por supuesto varios de los
elementos feuderalistas: el de la corrupción sin límites y el endeudamiento
exponencial, por una falta de responsabilidad, transparencia y fiscalización en
la manera en que el gobierno ha erogado los recursos.
La deuda pública de la entidad registra un incremento de
106 por ciento durante los tres años de la actual administración estatal, de
acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Al término
del primer trimestre del 2013, los pasivos alcanzan los 25 mil 848 millones de
pesos. La cifra de deuda que publicó la SHCP en su portal de internet es
superior en casi 7 mil millones a la que dio a conocer el secretario estatal de
Hacienda. La de Chihuahua es la deuda pública contratada más cara del país.
El dispendio tiene diferentes ámbitos, el mayúsculo se
realiza en el rubro de publicidad en medios de comunicación, uno de sus rostros
más ofensivos y a la vez, uno de los mecanismos de control político y de
silenciamiento público más eficaces. La
Red Libre periodismo de Chihuahua señala que desde 2005 Chihuahua ha mostrado
un comportamiento derrochador, multiplicador y “preocupante” en el gasto por
concepto de publicidad oficial en los medios de comunicación, equivalente, tan
sólo en 2011, al 50 por ciento del presupuesto que el Seguro Popular prevé
ejercer en todo el estado en 2013. Es decir, de 2005 a 2011, Chihuahua pagó un
total de dos mil 170 millones de pesos a los medios de prensa escrita, radio,
televisión e internet, comparado con los 998 millones que el organismo de
asistencia social egresará este año.
De acuerdo al
segundo informe “El costo de la legitimidad, el uso de la publicidad oficial en
entidades federativas”, elaborado en conjunto por organizaciones no
gubernamentales como Fundar, Article 19 y la Open Society Foundations,
Chihuahua ha estado a la par, y en ocasiones encima, del gasto ejercido en
publicidad por entidades como Nuevo León y el Distrito Federal. En 2010 y 2011,
ya instalado el gobierno de César Duarte y manteniendo esa tendencia al alza,
Chihuahua ocupó el tercero y segundo lugar nacional (de un subgrupo que abrió
más su información) en cuanto al gasto en publicidad: 366 y 486 millones de
pesos, respectivamente. Datos documentados para el ejercicio presupuestal de
este 2013, señalan que el gobierno estatal tiene planeado gastar 768 millones
de pesos en medios de comunicación a través de convenios locales y nacionales.
El "cesarismo ramplón" tiene su aparición
durante el mes de marzo del año pasado cuando, apenas iniciada una polémica
obra de remodelación del edificio Héroes de la Reforma, el Colegio de Arquitectos de Chihuahua hizo
un pronunciamiento de carácter público para solicitar la interrupción de la
obra emprendida para modificar la fachada arquitectónica que ya no le gustó al
Gobernador. Pidió trazos de estilo neoclásico.
La obra, a cargo del entonces secretario de
Comunicaciones y Obras Públicas, hoy candidato del PRI a la Presidencia
Municipal de Chihuahua, siguió adelante desestimando las opiniones de expertos
en la materia, y que de acuerdo a cifras oficiales tendrá un costo superior a
los 40 millones de pesos.
Luego para poder albergar a toda su familia y amigos en
la ceremonia del grito de independencia mandó construir un megabalcón en el
Palacio de Gobierno, cuando ni siquiera había sido presentado al INAH el
proyecto oficial. El costo de la obra ascendió a los dos millones de pesos y se
“estrenó” el año pasado, el invitado especial fue Juan Gabriel, para quien
Duarte tuvo palabras de afecto: “Lo he dicho y lo reitero, Alberto Aguilera es
de Michoacán y Juan Gabriel es de Juárez…”. “Queremos oficializarte como el
hijo distinguido, chihuahuense de corazón, eres chihuahuense y arriba Juárez”,
dijo Duarte Jáquez.
Ante tal declaración política de paternidad, Juan
Gabriel no podía faltar a la fiesta que en grande y a costillas de los recursos
públicos se organizó el gobernador del Estado en este abril, con
motivo de su cumpleaños 50, en la que echó la casa por la ventana, cerró calles
aledañas y disfrutó hasta el amanecer de otras voces cantantes, como la de Pablo
Montero, Alicia Villarreal, Tony Meléndez, Yuridia y diversas bandas.
La más reciente de sus ostensibles muestras de
"cesarismo ramplón" en términos del dispendio y el derroche de los
recursos públicos fue en la inauguración de la X en Ciudad Juárez. Concebido
como un monumento que simbolizaría la unidad y la mixtura de dos culturas, el
“Monumento a la Mexicaneidad” fue abierto con bombo y platillo.
Se trata de una estructura de 64 metros de altura, que tardó
más de ocho años en consolidarse y tuvo un costo de alrededor de 100 millones
de pesos. Ahí tampoco pudo faltar el cantante Juan Gabriel, quien de nueva
cuenta se adueñó del escenario y del festejo organizado en la nueva Plaza. Este
evento y este monumento se ha convertido en un agravio para muchos juarenses y
le ha generado a los priistas el mayor rechazo público en los últimos años en
esa ciudad. ¿Cómo podrían congraciarse de un gasto de 106 millones de pesos
cuando en Ciudad Juárez se registran 494 mil personas en pobreza, de ellos 62
mil en pobreza extrema?.
Quizá ello explica, el dato grotesco que ha sucedido al
cesarismo en la inauguración de su obra monumental en Juárez: tanto el alcalde
de Ciudad Juárez, Héctor Murguía, como el gobernador de Chihuahua, se llevaron
una de las rechiflas más sonoras de los últimos años en nuestro estado.
Ciertamente al "Teto" le llovieron más mentadas y silbatinas, porque,
en paradójico, pero ilustrador momento de lo que pasa en Chihuahua, el alcalde
le pasó de inmediato el micrófono al gobernador Duarte, "a ver si a usted
también lo abuchean".
-"Yo si estoy bien agarrado", contestó el gobernador Duarte, mientras
tomaba del hombro al cantante Juan Gabriel, que de ser el Divo de Juárez se ha
convertido en el nuevo
"Arcadio" del mandatario estatal. El momento describe lo endeble, lo
efímero, lo penoso de esas pretensiones cesaristas. El problema es que mientras
se llevan a cabo, producen enormes daños a los recursos públicos.
Javier Corral
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