Luego de enterarse por los medios de comunicación, que las autoridades estatales han minimizado la situación en la Sierra Tarahumara, habitantes de Creel, del municipio de Bocoyna, exigen la presencia del gobernador César Duarte Jáquez y del fiscal Carlos Manuel Salas para que se comprometan a poner fin a la inseguridad que sufre la comunidad.
En una carta enviada a los dos funcionarios, con copia al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, los pobladores advierten que todos los días son presas de robo y asaltos, cometidos por grupos delictivos que controla la región.
“Que cumplan con su deber de cuidar el estado, de proteger a sus habitantes, de generar espacios de paz y tranquilidad que nos permitan circular libre y tranquilamente a cualquier hora del día y de la noche, que cumpla lo que prometió el día de su toma de posesión, sr. gobernador (si ya lo olvidó se lo recordamos: que en un año el estado recuperaría la seguridad, entre otras promesas que hizo…), que se hable con la verdad y se actúe con honestidad. La verdad y la justicia siguen desaparecidas de nuestra sierra, de nuestros pueblos, de nuestro estado”, protestan en la misiva.
El 16 de agosto se cumplirá el quinto aniversario de la masacre ocurrida en la población de Creel, donde fueron asesinadas once personas. Hasta el momento, el gobierno no ha impartido justicia a los deudos.
La carta completa es la siguiente:
Lic. César Horacio Duarte Jáquez
Gobernador del Estado
Lic. Carlos Manuel Salas
Fiscal General del Estado.
Presente
Enviamos esta carta con temor y mucha
preocupación, Sr. Gobernador, Sr. Fiscal, porque ese es el ambiente que nos ha
quedado en el país, en nuestro estado, en nuestro municipio, en nuestros
pueblos todos: temor y preocupación luego de los repetidos acontecimientos que
se han venido dando. Entre la gente del Municipio de Bocoyna y de muchas partes
de la sierra hay temor de hablar, como hay temor de escribir puesto que no
vemos resultados claros y efectivos a las múltiples denuncias que más de una
persona, una organización de derechos humanos, familias enteras han interpuesto
luego de sufrir muertes, secuestros, asaltos, y han tenido como única respuesta
otra muerte, otro secuestro, otro asalto en venganza a la búsqueda y urgencia
de justicia que la sociedad sigue teniendo a flor de piel. Se desalienta la
denuncia y se genera cada vez más desconfianza hacia las instituciones.
Pareciera que en México nuestros derechos se han convertido en favores.
Sabemos que recientemente en el
poblado de San Juanito hubo un enfrentamiento entre elementos de la policía y
personas armadas. El resultado de dicho enfrentamiento fue la muerte de cinco
personas, lamentable resultado porque cualquier muerte lastima, hiere y deja
sangrando a nuestra comunidad. Esta acción de los elementos de la policía es
una en mil hechos que quedan en la impunidad. Y el día de hoy hubo otro
enfrentamiento en el mismo poblado entre elementos de la Policía Única y gente
armada.
Reprobamos cualquier muerte y vemos
que no es el camino para acabar con el delito, pues ni la inseguridad ni las
muertes disminuyen en nuestra región a
pesar de los datos que la prensa y los gobiernos presentan como reales. Para
quienes desconocen la realidad, las estadísticas son definitivas y absolutas;
para quienes vivimos la realidad, las estadísticas son simples indicadores pero
no verdades absolutas. Y en nuestro Municipio seguimos padeciendo la
inseguridad porque no se ven resultados claros frente al clima de delincuencia
e inseguridad constante que vivimos hace más de 5 años. Esto no es Cd. Juárez ni la Cd. de Chihuahua;
en Tarahumara los medios no están tan presentes y la gente calla los constantes
delitos que se padecen. De ahí los juicios equivocados sobre la disminución de
la violencia. Aquí se padece a diario y sólo los habitantes la documentamos.
Días después del evento en San
Juanito anteriormente mencionado, la inseguridad y la indefensión se volvieron
a sentir en nuestro Municipio cuando personas honestas y trabajadoras de
nuestro Municipio y una madre joven con su bebé de pocos meses fueron asaltadas
con violencia en hechos diferentes por personas con armas de alto calibre que detuvieron
sus vehículos en la carretera, pocos kilómetros después del poblado de San
Juanito, en el mismo sitio en donde hace meses se dieron también hechos
delictivos. Algunas personas milagrosamente se salvaron de ser asesinadas.
Una de las señoras asaltadas
adelante del sitio en donde la detuvieron encontró tres patrullas de la Policía
Única y les hizo señas de que se detuvieran para pedir auxilio y notificarles
lo que estaba sucediendo, pero siguieron de frente sin hacerle el menor caso.
Anteriormente la muerte de otro
habitante del Municipio dejó muy lastimada la comunidad y pareciera que ese
crimen ha pasado a formar parte de la larga lista de impunidades.
Hay
dolor y angustia en nuestra región, y sobre todo frustración ante un presente
que se deteriora día a día y un futuro que no ofrece nada. Esta percepción está
bastante asentada en la sociedad, pues casi todo mundo tiene experiencias que
avalan este sentir generalizado.
Necesitamos
viajar por carretera, ir de compras a Cd. Cuauhtémoc y Chihuahua, realizar
múltiples gestiones en oficinas, varios de nuestros hijos viajan a estudiar
fuera, pero la inseguridad nos frena y el temor a un asalto y a la pérdida de
bienes nos inhibe y angustia. ¿Qué quieren decirnos cuando nos repiten que
“vivimos en un Estado de Derecho”?
No cesan los proyectos turísticos
para nuestra región, se sigue buscando atraer capitales y turismo, pero se
olvida lo elemental: traer justicia, traer paz, traer seguridad. La inseguridad
sigue más presente que todos los operativos y los elementos del ejército y de
las diversas policías.
Si
no se controla la violencia, de poco van a servir las millonarias inversiones
en desarrollo que anuncia la Federación y que se han buscado para atraer
capitales y turismo. ¡Justicia,
seguridad, verdad, honestidad, efectividad es lo que pedimos! De poco van a
servir todas las invitaciones para que el turismo visite nuestras barrancas, si
no termina el disimulo y la tolerancia del delito por parte de quienes son
responsables de la justicia teniendo como efecto la impunidad que se antoja
como un premio al delito y una
autorización a la sociedad entera a robar, a matar…, como lo escribe
Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, y también teniendo como efecto
las deficiencias en la administración de la justicia, ya por incapacidad,
irresponsabilidad, complicidad o corrupción. Pareciera que los ciudadanos somos
totalmente prescindibles, incluso parece que somos obstáculo para que esos
desarrollos se lleven a cabo según las expectativas de los grupos y gobiernos
interesados en ellos, y vivimos un escenario por demás complejo, contradictorio,
diverso, confuso, que pone como nunca en grave riesgo la vida.
No
podemos vivir con entusiasmo en una región y en un Estado tan golpeado como el
de ahora. De hora en hora uno espera las noticias. No podemos evitar leer los
periódicos, ver la televisión, escuchar la radio, y no sentirnos oprimidos por
la preocupación sobre el destino de parientes cercanos y amigos. No se puede
callar, no se pueden cerrar los ojos, no se puede voltear la cabeza y fingir no
ver. Vivimos entre el horror y la desesperanza, sin que nadie del Estado pueda
parar tanta ignominia, tanta ola criminal, tanta muerte violenta, mientras se
grita a los cuatro vientos que ha bajado la ola del delito.
El monstruo sigue creciendo, no se
ven respuestas efectivas de las autoridades,
y amigos queridísimos, vecinos, parientes y demás ciudadanos
siguen cayendo aquí y en muchos lugares más de nuestra Sierra Tarahumara y
nuestro Estado.
El
pueblo rarámuri sigue agredido y lastimado y no son las Cruzadas ni las
despensas las que les regresarán lo robado: la verdad, la justicia, la
seguridad, sus derechos. Pequeñas en edad escolar son agredidas y violadas sin
ninguna esperanza de justicia y atención, etc.
¿Qué exigimos?
Que cumplan con su deber de cuidar
el estado, de proteger a sus habitantes, de generar espacios de paz y
tranquilidad que nos permitan circular libre y tranquilamente a cualquier hora
del día y de la noche, que cumpla lo que prometió el día de su toma de posesión,
Sr. Gobernador (si ya lo olvidó se lo recordamos: que en un año el estado
recuperaría la seguridad, entre otras promesas que hizo…), que se hable con la
verdad y se actúe con honestidad. La verdad y la justicia siguen desaparecidas
de nuestra sierra, de nuestros pueblos, de nuestro Estado.
Pedimos también sus presencias en
esta comunidad Sr. Gobernador, Sr. Fiscal, puesto que necesitamos dialogar con
ustedes como es nuestro derecho, no con ningún representante enviado en su
lugar. Es una pena que sólo visiten estas regiones para inaugurar obras o
presumir proyectos, pero olvidan su principal responsabilidad: dialogar con la
sociedad. Y los necesitamos acá para dialogar. Queremos escucharlos y que nos
escuchen; que no únicamente nos lean.
Ofrecemos abrir estos procesos de
diálogo y tomamos la iniciativa para invitarlos a que nos den a conocer sus
planes de seguridad, pero no por la prensa ni por reuniones con otros
funcionarios sino personalmente en un diálogo abierto.
¿Les parecería bien a ustedes que
una semana es un tiempo prudencial para esperar la respuesta sobre su
visita a nuestra comunidad de Creel?
Nosotros creemos que sí.
Hemos pedido al C. Salvador Bustillos, Presidente Seccional de Creel, y al P. Javier Avila, Presidente de la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos, A.C., que sean ellos los contactos para recibir cualquier respuesta de ustedes al presente comunicado. Teléfonos de sus oficinas: 635-4560450 y 635-4560145.
Atentamente
Habitantes de Creel.
(Se anexan hojas con firmas de la
población).
P.D. Al terminar de redactar esta carta nos informan que un grupo de personas encapuchadas y con armas de alto poder !han estado asaltando esta mañana varios vehículos en el mismo sitio y con las mismas características de los robos anteriores, amenazando con armas blancas a bebés para despojar de sus bienes a las personas, y en días pasados unos maestros fueron asaltados en la carretera que va hacia El Divisadero, en el lugar conocido como El Cajón!
¿Cuándo van a detener esto, señores?
¿Por qué tanta incapacidad para brindar seguridad a la población?
Los delincuentes se mueven con una impunidad absoluta, parecen dueños de vidas y territorios.
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