jueves, 12 de septiembre de 2013

A grito de gol.

Por: Luis Rubén Maldonado Alvídrez.

Estos días siempre se respira un olor a México en todos lados. Desde el sudor hasta las silentes miradas, están estampados de verde, blanco y rojo.

Muchos, en la víspera del Grito de Independencia, hasta de las marchas de los maestros y de los inconformes por el Vivebús, se olvidan. Es tiempo de pensar en tequila, sombreros de charro, fiesta y mucha comida típica. Algunos piensan el desfile y muy pocos reflexionan en el pasado, que nos ha dado esta fecha y cuyo bicentenario lo festejamos con mediocridad, gracias a un mandatario que premió la corrupción construyendo un monumento a la corrupción, mismo que sirvió de tumba para el bicentenario. No olvidamos eso, Felipe Calderón.

De Porfirio Díaz se dicen muchas cosas. Pero nadie duda de su buen gusto para celebrar el primer centenario del México independiente; fue con mucha pompa y con huella imborrable. Tanto así, que el centenario no fue superado por el bicentenario, gracias a la mediocridad del grupo calderonista, que hoy desde el Senado busca erigirse como el salvador del pueblo.

Una gran cantidad de mexicanos no recuerda o no sabe la razón por la que gritamos los nombres de los insurgentes. Muchos niños hoy no entienden el significado de esta gran celebración de nuestro nacimiento como nación.

Esto se debe en gran parte a la mala calidad de la educación pública en nuestro país. De un sistema arcaico, que ofrece más estímulos a los docentes por actividades adicionales, que por estar frente a grupo.

Pero... la preocupación más grande era por el destino de la Selección mexicana de fútbol y por exigir a insultos la salida del Chepo de la Torre, quien al final se fue y ni eso ha resuelto la crisis del representativo nacional. Este equipo, ante su falta de resultados, es severamente evaluado por todos los mexicanos y a ellos se les exigen triunfos para poder recibir aplausos, elogios, la gloria.

No entiendo cómo le exigimos más a un futbolista que a las personas responsables de la educación de las nuevas generaciones de mexicanos.

Y menos entiendo cómo los maestros (muchos de ellos muy aficionados al futbol) se niegan a ser evaluados; tal y como ellos evalúan a los jugadores de la Selección.

Quizás porque no quieren sentir la severidad con la que ellos evalúan al equipo tricolor.

Los maestros que hoy le niegan a miles de niños la posibilidad de seguir estudiando quieren ser vitoreados como Gio o el Chicharito, sin haber hecho absolutamente nada en la cancha. Quieren vivir entre aplausos y sonreír a grito de gol, cuando ni a la banca se asoman.

ULTIMALETRA

La mejor manera de celebrar nuestra independencia es leyendo a algún autor mexicano o dándole oportunidad a una película mexicana.

Correo: fruslero@yahoo.com

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