jueves, 29 de agosto de 2013

El ViveBús que llegó para quedarse

El Vivebus es el nuevo sistema de transporte querámoslo o no, así se nos fue impuesto, y habrá a quienes le guste y quienes no estén conformes, pero existe una realidad que poco creo que podamos cambiar: llegó, no hay vuelta atrás.

En esta primera semana de operaciones, “vivebus” ha sido la palabra más mencionada por los chihuahuenses, agregando otras nuevas a nuestro vocabulario como “rutas alimentadoras” o “ruta troncal”… pero definitivamente han sido más las opiniones en contra que las “manifestaciones a favor”.



Y hablando de manifestaciones, es sorprendente (e inquietante para algunos) observar el pronunciamiento de la gente cuando se está realmente cansado de las injusticias y las acciones aplicadas por un gobierno intolerante e impositivo. Ciudadanos enfrentando abiertamente a los cuerpos policiacos, algo que hace mucho no se veía en esta ciudad, y un claro ejemplo de que las cosas no andan nada bien.


Aunque resulta agradable saber que una de estas manifestaciones surgió efecto al lograr impedir que se gaste una suma exorbitante en una construcción absurda, también es triste percibir la respuesta de nuestras autoridades, en la que quedó demostrada su incapacidad para resolver este tipo de conflictos al enviar policías antimotines armados, que lanzaron al aire balas de salva para frenar esas reacciones.



Balas de salva… de todo el caos de los últimos días, es este el hecho que me parece más incomprensible y aberrante. Balas al aire, en una ciudad en la que una balacera más resulta intolerable; y que esas balas sean lanzadas por el gobierno para tratar de amedrentar a su mismo pueblo, es algo que solo puedo calificar como ofensivo e insultante.

Era lógico que la gente reaccionara de manera adversa ante un sistema de transporte con tantas fallas, y era obligatorio tener una planeación más adecuada para evitar que se saliera de control.


Gracias a la no muy oportuna presencia de algunos políticos que solamente aprovecharon el espacio para exhibir al partido contrario, estos eventos fueron calificados como “de intereses para unos cuantos”, cuando en realidad la gente no encontró otra manera de manifestar su descontento, su impotencia y su enojo.

Si tal vez detener el tráfico e impedir el paso de los camiones no era la mejor forma de resolver las fallas del primer día, tampoco lo era amenazar con armas a la ciudadanía, ni tratarlos como delincuentes por exigir algo tan sencillo como un medio de transporte colectivo digno.




Muy distinta fue la situación para los “otros manifestantes”, contra ellos no hubo represión alguna. Con pancartas en mano que parecían hechas en serie (y no precisamente por ellos mismos), externaron su supuesto agrado por este nuevo sistema. “Sr. Gobernador, cuente con el respaldo de los Padres de Familia”, se leía en una de las pancartas.

Pero seamos claros y honestos, pongamos los pros y los contras sobre la mesa, y valoremos si realmente la inversión de mil millones de pesos valió la pena.

Los camiones son nuevos, cómodos, con aire acondicionado e internet gratis. El sistema para abordar el camión resulta conveniente, y en el centro de la ciudad hay una estación subterránea con todo y elevador, que nos hace sentir como “en otra ciudad”, a decir de algunos.

Sin embargo, y muy a mi pesar, todas estas características resultan irrelevantes cuando fallan dos de los puntos más importantes: rapidez y costo.

Si bien esta semana el transporte ha sido gratuito para todos, a partir del sábado se comenzará a cobrar por medio de una tarjeta electrónica, la cual servirá tanto para la ruta troncal como para las rutas alimentadoras. De esta manera, la mayoría realizará más de dos pagos al día: el gasto irremediablemente será mayor.

En cuanto a la rapidez, los testimonios constatan que los trayectos se han vuelto más largos, debido a que en muchos casos las estaciones quedan muy lejos y las rutas alimentadoras no resultan muy convenientes.



Las lluvias nos han demostrado que las estaciones no son adecuadas, falta espacio y la gente se queda afuera al tener que hacer filas por largo tiempo para poder abordar. Esto se debe a la insuficiencia de camiones para el total de los usuarios, además, viajar apretado es bastante incómodo, y más aún cuando antes no se tenía que pasar por esto.

El mal servicio de las rutas alimentadoras termina antes de lo acordado, y para muchos no sirve de nada que el vivebus se corte hasta muy tarde, si quedarán “varados” en la estación.

Aun cuando hay sucesos que seguramente irán mejorando con el tiempo, hay otros que definitivamente se irán deteriorando: los camiones dejarán de ser nuevos, y si no se les da el mantenimiento adecuado, a larga terminarán como los camiones urbanos que ya todos conocemos, aunado a esto, el costo del pasaje irá en aumento.

¿Se han propuesto soluciones para contrarrestar estos contratiempos? adquirir más unidades… y creo que es todo.

Hace falta más que una disculpa “de todo corazón” para solucionar las cosas. Hace falta proponer, realizar cambios, modificar fallas.

Hacen falta más camiones, más rutas alimentadoras, tarifas más bajas, más coordinación entre las instituciones involucradas y mayor agilidad por parte de quienes operan el programa.
Pero sobre todo hace falta algo mucho más importante: aprender a escuchar a la gente, saber cuáles son sus verdaderas necesidades para tomar buenas decisiones y crear buenos proyectos que realmente beneficien a la ciudadanía.

Escuchaba a dos señoras mayores que platicaban en la parada de la ruta alimentadora. “Yo ya hubiera llegado a mi casa hace una hora”, decía una; “Pues ni modo, no nos queda de otra más que aguantarnos, porque otro Pancho Villa, no creo que vuelva a nacer”, dijo la otra.

Texto: Cristina Escalera
Fotos: Joel Holguín

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