Dicho en otras palabras, el
periodismo es aquella actividad consistente en la recolección, clasificación y
procesamiento de información; principalmente aquella que se refiere a los
acontecimientos de actualidad para luego difundirla en los diferentes medios de
comunicación.
Dada la naturaleza del
ejercicio periodístico, éste no puede ni debe ir separado del ejercicio del
derecho a la libre expresión, ya que sin él, se pierde una parte medular para
el buen funcionamiento del sistema político democrático -como se supone es el
de nuestro país-.
Una vez dicho lo anterior, es
importante hacer hincapié en que en México, la profesión de quienes se encargan
de recolectar, clasificar, procesar y difundir información representa un alto
riesgo; esto, de acuerdo a los informes de diversos organismos internacionales
como lo es la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos que desde años atrás ha dicho que el
periodismo en México se ha convertido en una profesión de riesgo extremo.
Por otra parte, a principios de este 2013, Amnistía Internacional hizo un llamado al presidente Enrique Peña Nieto para que su gobierno garantice el adecuado funcionamiento de los mecanismos para la protección de los periodistas y de los defensores de los derechos humanos, surgida de la ley aprobada por unanimidad en abril del 2012.
Si bien es cierto que hace
apenas unos días la Cámara de Diputados aprobó la reforma a los códigos Federal
de Procedimientos Penales y Penal Federal, así como a las leyes orgánicas del
Poder Judicial de la Federación y de la Procuraduría General de la República
(PGR) en las que se regula la facultad de atracción del ministerio público
federal la investigación delitos del orden común cometidos contra periodistas,
una cosa es tener leyes y otras aplicarlas con eficiencia y eficacia.
El caso es, que mientras que
son peras o son manzanas, la actual situación de incompetencia por parte de las
autoridades mexicanas para poner un alto a las agresiones contra periodistas,
esta actividad se sigue realizando -en la medida de lo posible- bajo riesgo; y
en casos más graves, bajo amenaza.
Un grave ejemplo de esto, es
el caso, de la organización defensora de la libre expresión “Artículo 19” que
el pasado 20 de Abril recibió en sus oficinas en México un mensaje anónimo,
conteniendo amenazas en contra de su equipo y principalmente contra su
director, Darío Ramírez.
Es así como ante las preguntas
¿Qué hacer ante esto? ¿Callar o arriesgarse?, el domingo 28 de abril
periodistas y sociedad en general solidaria con el gremio periodístico mexicano,
nos manifestamos de manera pacífica, exigiendo la aplicación de los mecanismos
que nos protejan, no por “favoritismo”, sino porque la situación en la que
vivimos así lo amerita, porque tal y como periodistas y escritores que analizan
la violencia y la construcción de la paz en México lo señalan en el libro
Nuestra Aparente Rendición: “No se mata la verdad matando periodistas”; pero
hay que tener cuidado, porque la indiferencia ante esta problemática, también
puede matar; más cuando la mayor parte del gremio que suponemos más informado y
crítico, una vez más muestra apatía de participar y hacer que su voz se
escuche.
Finalizo en esta ocasión con
lo que el abogado y escritor estadounidense Andrew Vachss dijo alguna vez: “el
periodismo es lo que mantiene la democracia. Es la fuerza para el cambio social
progresivo.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com