jueves, 23 de mayo de 2013

Atacan Jicamórachi, Uruachi; huyen pobladores


A más de seis meses del asesinato del asesinato del jefe del cártel de Sinaloa en el municipio de Uruachi, Antonio Erives Arduño de 39 años, un grupo de hombres armados, ingresó al pueblo de Jicamórachi y quemó cinco propiedades de su familia el martes pasado.


Los habitantes de Jicamórachi huyeron hacia el monte, luego de que les avisaron del ataque. Allá durmieron el martes y apenas ayer en la tarde comenzaron a regresar a sus viviendas.


Hace dos años, en marzo, ingresó un grupo de hombres al mismo poblado, quemaron seis casas, la mayoría de la familia Erives y la del médico del pueblo, así como automóviles.
Ubicado en el occidente del estado, en la Sierra Tarahumara y colindante con el estado de Sonora, Jicamórachi tiene habitantes indígenas warojíos y mestizos. Era uno de los pueblos que mantenían vivas sus tradiciones en Semana Santa, con rituales indígenas.
Se encuentra entre grandes montes, la mayoría de sus casas son de adobe o block, modestas. En el centro del poblado, construían hace dos años, una casa grande y lujosa, que fue quemada. Era la vivienda de Antonio Erives.

En el 2011, la tranquilidad se fue para los habitantes. El 29 de marzo y el 9 de abril de ese año, fueron atacados por el grupo armado. Los habitantes lanzaron la alerta hasta el segundo ataque, solicitaron ayuda desde el monte, donde sí alcanza a llegar la señal para hacer llamadas.
Decenas de familias huyeron, la mayoría lideradas por madres solteras o viudas, comentó un líder warojío, quien fue comisario ejidal hace algunos años.
El comando armado ingresó con uniformes tipo policías estatales, dispararon en todas direcciones. La gente huyó entre las balas. Había adultos mayores, personas con discapacidad y muchos niños.
Los testigos relataron que esa ocasión, mataron a un padre de familia, frente a su esposa y dejó a tres niñas huérfanas. La familia se fue del pueblo.
Jicamórachi registraba 122 familias en aquel año, pero huyeron alrededor de 80. Luego de unas semanas, la familia Erives también salió del pueblo y meses después regresaron sólo unos miembros.
A partir de ahí, se desató una serie de enfrentamientos, “la guerra” le llaman los habitantes serranos. El 29 de octubre del año pasado, el asesinato de Antonio Erives generó una aparente calma.

El martes pasado, llegaron los rumores de un nuevo ataque. Desde las 7 de la mañana, los habitantes, muy pocos que permanecían en el pueblo, no dudaron en correr de nuevo al monte.
Hasta ayer en la mañana, las autoridades no lograban hablar con los habitantes, dijeron las autoridades de Seguridad Pública Municipal.
El reporte de un hombre de Jicamórachi a las autoridades, vía telefónica el martes pasado alrededor de las 13:00 horas, fue que muchos hombres con armas largas estaban quemando casas y querían sacar a gente del pueblo. Luego se perdió la comunicación.
Dijo que no había podido llamar antes porque no había señal. Desde el monte informó lo que sucedía.

La información de la Fiscalía Zona Occidente, es que quemaron cinco casas, no se registran asesinatos  y la Policía Ministerial mantiene vigilancia permanente en la región.
Alexa Lara, portavoz de la fiscalía, dio a conocer que los hombres armados llegaron a pie y con un ataque dirigido a las casas, que son de la misma familia Erives.
Además, informó que quemaron una pick up Avalanche con aparentemente tiene reporte de robo, ya que no se ha podido confirmar, por los daños que sufrió.
El secretario del Ayuntamiento, Óscar Jaime Banda Zamarrón, informó que ellos  lo que conocen del ataque a Jicamórachi son rumores, ya que no han hablado con habitantes del poblado. Los primeros informes que tuvieron, era de 17 viviendas quemadas.
De la gente que huyó en 2011, un profesor rural informó ayer, que muchas familias no regresaron, los alumnos que dejaron la primaria y secundaria fueron llevados a otras ciudades, y por lo menos el ciclo escolar del 2011, lo perdieron varios estudiantes.
Elementos del Ejército mexicano y agentes de la Policía Minsiterial se encuentran en Jicamórachi para dar seguridad a la población, que ha comenzado a regresar.