A más de seis meses del asesinato del asesinato del jefe del
cártel de Sinaloa en el municipio de Uruachi, Antonio Erives Arduño de 39 años,
un grupo de hombres armados, ingresó al pueblo de Jicamórachi y quemó cinco
propiedades de su familia el martes pasado.
Los habitantes de Jicamórachi
huyeron hacia el monte, luego de que les avisaron del ataque. Allá durmieron el
martes y apenas ayer en la tarde comenzaron a regresar a sus viviendas.
Hace dos años, en marzo,
ingresó un grupo de hombres al mismo poblado, quemaron seis casas, la mayoría
de la familia Erives y la del médico del pueblo, así como automóviles.
Ubicado en el occidente del
estado, en la Sierra Tarahumara y colindante con el estado de Sonora,
Jicamórachi tiene habitantes indígenas warojíos y mestizos. Era uno de los
pueblos que mantenían vivas sus tradiciones en Semana Santa, con rituales
indígenas.
Se encuentra entre grandes
montes, la mayoría de sus casas son de adobe o block, modestas. En el centro
del poblado, construían hace dos años, una casa grande y lujosa, que fue
quemada. Era la vivienda de Antonio Erives.
En el 2011, la tranquilidad se
fue para los habitantes. El 29 de marzo y el 9 de abril de ese año, fueron
atacados por el grupo armado. Los habitantes lanzaron la alerta hasta el
segundo ataque, solicitaron ayuda desde el monte, donde sí alcanza a llegar la
señal para hacer llamadas.
Decenas de familias huyeron, la
mayoría lideradas por madres solteras o viudas, comentó un líder warojío, quien
fue comisario ejidal hace algunos años.
El comando armado ingresó con
uniformes tipo policías estatales, dispararon en todas direcciones. La gente
huyó entre las balas. Había adultos mayores, personas con discapacidad y muchos
niños.
Los testigos relataron que esa
ocasión, mataron a un padre de familia, frente a su esposa y dejó a tres niñas
huérfanas. La familia se fue del pueblo.
Jicamórachi registraba 122
familias en aquel año, pero huyeron alrededor de 80. Luego de unas semanas, la
familia Erives también salió del pueblo y meses después regresaron sólo unos
miembros.
A partir de ahí, se desató una
serie de enfrentamientos, “la guerra” le llaman los habitantes serranos. El 29
de octubre del año pasado, el asesinato de Antonio Erives generó una aparente
calma.
El martes pasado, llegaron los
rumores de un nuevo ataque. Desde las 7 de la mañana, los habitantes, muy pocos
que permanecían en el pueblo, no dudaron en correr de nuevo al monte.
Hasta ayer en la mañana, las
autoridades no lograban hablar con los habitantes, dijeron las autoridades de
Seguridad Pública Municipal.
El reporte de un hombre de
Jicamórachi a las autoridades, vía telefónica el martes pasado alrededor de las
13:00 horas, fue que muchos hombres con armas largas estaban quemando casas y
querían sacar a gente del pueblo. Luego se perdió la comunicación.
Dijo que no había podido llamar
antes porque no había señal. Desde el monte informó lo que sucedía.
La información de la Fiscalía
Zona Occidente, es que quemaron cinco casas, no se registran asesinatos y
la Policía Ministerial mantiene vigilancia permanente en la región.
Alexa Lara, portavoz de la
fiscalía, dio a conocer que los hombres armados llegaron a pie y con un ataque
dirigido a las casas, que son de la misma familia Erives.
Además, informó que quemaron
una pick up Avalanche con aparentemente tiene reporte de robo, ya que no se ha
podido confirmar, por los daños que sufrió.
El secretario del Ayuntamiento,
Óscar Jaime Banda Zamarrón, informó que ellos lo que conocen del ataque a
Jicamórachi son rumores, ya que no han hablado con habitantes del poblado. Los
primeros informes que tuvieron, era de 17 viviendas quemadas.
De la gente que huyó en 2011,
un profesor rural informó ayer, que muchas familias no regresaron, los alumnos
que dejaron la primaria y secundaria fueron llevados a otras ciudades, y por lo
menos el ciclo escolar del 2011, lo perdieron varios estudiantes.
Elementos del Ejército mexicano
y agentes de la Policía Minsiterial se encuentran en Jicamórachi para dar
seguridad a la población, que ha comenzado a regresar.