Reflexionando sobre algunos de los artículos anteriores, y de los comentarios de mis estimados lectores; fue fácil identificar el problema de fondo que estamos enfrentando los mexicanos, y especialmente los chihuahuenses.
Una de las verdades que deben
dolernos más, y la cual es una de las mayores causas de lo que nos está
sucediendo; es la falta de ciudadanía. Y
es que tenemos la idea equivocada de que somos ciudadanos, cuando en realidad
solo nos dedicamos a ser habitantes.
Para comprender la gran
diferencia que existe entre estos dos conceptos, es importante recordar sus
significados e implicaciones.
Ciudadano es la persona que
forma parte de una comunidad política. La condición de miembro de dicha
comunidad, se conoce como ciudadanía, y conlleva una serie de deberes y una
serie de derechos que cada ciudadano debe respetar y hacer que se cumplan.
El término ciudadano, es una
condición político-jurídica que se aplica a toda aquella persona que, como
mayor de edad, tiene deberes para con sus conciudadanos, así como también
derechos. Normalmente, la noción de ciudadano implica la convivencia en
comunidad con otros ciudadanos, los cuales en conjunto conforman un determinado
tipo de sociedad que, para organizarse debe estar ordenada jurídica y
políticamente.
Habitante es aquella persona
que vive u ocupa habitualmente un lugar o casa; es decir, es cada una de las
personas que constituyen la población de un barrio, ciudad, provincia o nación.
Habiendo recordado lo
anterior, nos damos cuenta de que ser ciudadano y hacer ciudadanía es lo que
desde hace mucho tiempo nos ha estado faltando para poder llegar a construir el
país y el estado que queremos.
Insisto -y seguiré
insistiendo- en que los políticos no tienen toda la culpa de lo que nos sucede,
somos todos porque nos ha sido más cómodo dedicarnos a ser habitantes en lugar
de ser los ciudadanos que requiere nuestro país.
Por otro lado, también hemos
permitido que la clase política solo se dedique a hacer política partidista y
no política social; cosa que también es un error, porque el hecho de ser
político, no debe -ni puede- excluir a la persona de ser un ciudadano con todas
las de la ley.
Efraín González Luna,
sabiamente dijo que “todo orden político es, en último término, resultado de la
calidad personal de los ciudadanos y de su conducta social. Cualquiera que sea
la forma del Estado, la realidad del pueblo influirá necesariamente en su
estructuración concreta y en su acción”.
Es por eso, que desde los
espacios que se me permita, no me cansaré de exhortar, a que dejemos de ser
habitantes y comencemos nuevamente a ser los ciudadanos que México
requiere.
Es necesario que participemos
en las decisiones, que manifestemos pacíficamente nuestros desacuerdos y que
señalemos a nuestros gobernantes todo lo que no nos satisface de su forma de
gobernar; pero sobre todo, que nos señalemos nosotros mismos los errores que
como ciudadanos hemos cometido y que nos exijamos hacer algo para que esto no
suceda más.
Estamos en época electoral y
es obligación y derecho ciudadano acudir a las urnas a expresar nuestros
acuerdos o desacuerdos. Cierto es que
quizá a una gran mayoría ya no nos agrada nuestro sistema político-electoral;
sin embargo, es lo que por el momento tenemos, y mientras que sigamos dejando
de participar, será lo único que seguiremos teniendo.
Dejemos pues de ser habitantes
y volvamos a ser ciudadanos; porque de lo contrario, muy pronto nos sucederá lo
que en alguna ocasión dijo la filósofa española Adela Cortina: “quien se
recluye en sus asuntos privados, acaba perdiendo no sólo su ciudadanía real,
sino también su humanidad”.
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com
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