Por: Aída María Holguín Baeza.
El parte policiaco que rinde México en lo que al combate al narcotráfico se refiere, incluye deficiencias, errores e impunidad.
Por eso, luego de que "ahora sí" murió el presunto fundador de uno de los grupos criminales de Michoacán, lo menos que podemos hacer, es enfrentar la noticia con serias dudas.
A partir de aquí, en México tendría que considerarse -seriamente- un nuevo concepto para catalogar la mortalidad; esto, luego de que se diera a conocer la noticia de que Nazario Moreno González, mejor conocido como el “El Chayo”, presunto fundador de “La Familia Michoacana”, y también presunto líder del grupo delincuencial “Los Caballeros Templarios”- fue abatido en Apatzingán, durante un enfrentamiento con elementos de la Marina.
Se repite de nueva cuenta la historia referida a finales de 2010, cuando se nos informó exactamente lo mismo: “El Chayo murió durante un enfrentamiento con fuerzas policiacas.”
Este, es un claro ejemplo que de tanto repetir mentiras, éstas terminan convirtiéndose en “verdad”. Así, la información -respecto a la muerte de “El Chayo”- que en 2010 se nos dio a los mexicanos, terminó por convertirse en “verdad”; de tal modo, que aún y cuando nunca se supo de que su cuerpo hubiera sido encontrado, y que por obvias razones no hubo pruebas de ADN que corroboraran que este personaje estuviera muerto, no fueron elementos necesarios para hacer la declaratoria de su deceso.
De ahí, que resulte muy preocupante que a poco más de 3 años de que una persona haya sido declarada oficialmente “muerta” por parte de las autoridades, ahora vuelva a ser declarado muerto.
Es preocupante al por mayor, dado que no estamos hablando de que la declaratoria del deceso –de 2010- la haya rendido algún funcionario “x”. La declaratoria oficial fue hecha por el entonces Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional y del Gabinete de Seguridad Nacional -posteriormente Secretario de Gobernación-, Alejandro Poiré Romero.
Un par de días después, la más poderosa cadena de televisión de México, daba a conocer un audio en el que Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, también presunto operador de “La Familia Michoacana” -y ahora miembro de “Los Caballeros Templarios”- confirmaba la muerte de Nazario Moreno; esto, fue también difundido por otros medios.
Fue así, como también se corroboró que en México aún prevalece el principio de que “si el gobierno, la tele y los periódicos lo dicen, entonces es cierto... y si "La Tuta" lo confirmó, pues era más “creíble”.
Ante la “segunda” muerte de Nazario Moreno, Alejandro Poiré ha salido a justificar -lo dicho en hace 3 años-, declarando que “la información disponible ahora, hace ver que los elementos al alcance de la secretaría técnica en diciembre de 2010 no fueron lo suficientemente precisos.”
Quizá el ex funcionario federal no alcanza a entender la gran diferencia que existe a “datos suficientemente precisos”, y “datos totalmente imprecisos”; es decir, sin cuerpo, y sin pruebas dactilares y de ADN, era lógico que los datos no fueran precisos.
Cabe señalar que aún y cuando “oficialmente” Nazario Moreno ya estaba muerto, muchos dudaron de esa “verdad”; situación que motivó a que poco tiempo después se le identificara como líder de “Los Caballeros Templarios”; lo cual, fue elemento clave para que su “muerte” no le permitiera quedar totalmente en el olvido, como luego suele suceder.
El caso es, que en el 2010, el Gobierno Federal y los medios de comunicación dieron por muerto a “El Chayo”; permitiendo así, que el muy vivillo siguiera con sus actividades ilícitas; dicho en otras palabras: fue el “escape” perfecto para seguir delinquiendo.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el periodista y crítico social estadounidense, Henry Louis Mencken, y que a partir del caso expuesto en este artículo, puede interpretarse de manera muy diferente a lo que originalmente quiso decir el autor: “De todos los mecanismos de escape, la muerte es el más eficiente.”
Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com
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