Dice un viejo y conocido
refrán que “tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata”;
esto quiere decir, que quien realiza una acción incorrecta, hace el mismo daño
que el que le ayuda o no pone ningún impedimento para que ésta se realice.
Y es que mucho se ha hablado
de la megafiesta de celebración de los 50 años de vida del Ego Gobernador de
Chihuahua César Duarte, pero poco -o nada- se ha comentado de todos aquellos
que le siguen agarrando la pata a la vaca.
Aunque resulta totalmente
condenable el hecho de haber usado instalaciones, servicios y recursos
públicos, el haber obstruido el tráfico vehicular y peatonal varias cuadras a
la redonda y haber derrochado millones de pesos con motivo del cumpleaños del
Gobernador Duarte cuando se habla de austeridad, cuando se ha emprendido una
Cruzada contra el hambre y cuando el estado de Chihuahua se encuentra endeudado
a más no poder.
Lo verdaderamente alarmante,
es que todos aquellos que han sido partícipes de las excentricidades del actual
Gobernador de Chihuahua, sean cómodos cómplices y alimentadores de este tipo
acciones que finalmente son una burla para los ciudadanos.
Queda claro que los artistas
cantan por dinero; ya quedará en sus conciencias el decidir para quién cantan o
no, considerando la obviedad de dónde provienen los recursos con que se les
pagan sus honorarios.
El meollo de este asunto,
radica en aquellos personajes que gozan de los placeres de las fiestas del
“emperador” y no les causa ninguna incomodidad o remordimiento el saber que son
partícipes de un derroche de recursos que no les pertenecen.
Considerando al “pecado” (del
latín “peccātum”) como “cosa que se aparta
de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido”, no queda duda que tanto
ha pecado el festejado como los asistentes al festejo.
La personalidad ególatra del
gobernador César Duarte lo ha llevado a cometer constantemente
pecado capital; que consiste en tener apetito desordenado que es fuente o principio
de otros pecados. Es decir, a matar vacas
una y otra vez.
Sin duda alguna, César Duarte no
tiene remedio y seguirá matando a la vaca; la gravedad del asunto no está del todo
en el “carnicero”, sino en todas aquellas manos que agarran la pata y alimentan
su Ego que va en un ascenso incontrolable.
Las manos que han estado agarrándole
la pata a las vacas, cometen pecado de omisión
que ha consistido en el simple –pero no menos dañino- acto de dejar de hacer aquello a que se está obligado por
normas jurídicas, morales y éticas.
Es así, como -por un lado- precandidatos
priístas a los distintos puestos de elección popular, funcionarios federales, estatales
y municipales, empresarios, ganaderos, y amigos personales del Gobernador son cómplices
por complacencia de la malversación de recursos públicos.
Por otro lado, no son menos culpables
todos aquellos comunicadores, “periodistas” y medios de comunicación que debido
a la obediencia que le deben al Gobernador gracias a las recursos públicos que reciben
a través del concepto “publicidad oficial”, han tratado de minimizar e incluso justificar
el sorpresivo festejo Duartesco, muy similar por cierto a los espectáculos del mismísimo
Imperio Romano.
Es así, como las manos que agarran
la pata han pecado tanto como aquel que mató a la vaca… Ave, Caesar, morituri te salutant!
Concluyo con una frase del pintor,
escultor, grabador y ceramista español, Joan Miró: “Por ruin que haya sido el pecado,
son más ruines lo que con él se gozan.”
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Aída María Holguín Baeza
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Aída María Holguín Baeza