miércoles, 7 de agosto de 2013

De opiniones y esas cosas

No nos perturban las cosas sino las opiniones que de ellas tenemos.
Epicteto


Finalmente, en audiencia pública este martes se escuchó de manera contundente el presunto motivo para que el maestro Alonso González Núñez, muriera de manera trágica. Y el presunto es no porque aún no se haya dictado sentencia, sino porque eso dice el, ahora sí, presunto homicida, y porque jamás podrá saberse a ciencia cierta si es verdad.




Lo que sorprende no es que posiblemente el motivo haya sido inventado, a decir claro de gran parte de la comunidad cultural, sino la intolerancia que ha mostrado ésta precisamente. A través de escritos, de estados de Facebook, de entrevistas, unos y otros han defendido al fallecido maestro, lo que obviamente se entiende y se respeta, y se han ido directamente contra los medios de comunicación, especialmente los digitales, que lo único que hicieron es lo que siempre hacen, subir tal cual y sin leer, los boletines que se envían desde las dependencias de gobierno y otras instancias.

Si no se justifica que haya sido un boletín, quizá sí puedan hacerlo las condiciones labores en que trabaja la mayoría de los reporteros, siempre con alguien detrás para cumplir con la condicionante que tiene hoy día la noticia, la inmediatez. Sólo quien tuvo más tiempo, interés o compromiso, quizá pudo reparar en el móvil que provenía de la misma Fiscalía y tener la oportunidad de hacer llamadas para cuestionar, no el mismo motivo, sino por qué tan a la ligera y sin audiencia de por medio, se dio a conocer.

Lo curioso es que en esa serie de posicionamientos de rechazo que se dieron desde todos los ámbitos, ya no sólo cultural, sino académico, se cayó precisamente en lo que se criticaba, en señalar sin saber a ciencia cierta, tachando a medios y a directores en especial, de hacer un mal periodismo, sin darse cuenta que, al menos esa noche, en todos los medios aparecían exactamente las mismas palabras.

Sin embargo, atendiendo a esa posición de defensa, llama la atención que el maestro, de todos respetado y reconocido como un gran ser humano, no pudo ni por asomo haber cometido un error, que en este caso, de ser cierto, pudo haberle costado la vida; que por otro lado se reconoce que nadie tiene derecho a arrebatarle la vida a nadie más, por ningún tipo de errores y menos cuando se supone que acusado y víctima eran amigos.

Pero ¿no se supone que las personas no somos totalmente negras ni totalmente blancas? ¿No se supone que si se quiere a una persona se le quiere por sus aciertos y a pesar de sus errores? Seguramente, de no haber muerto, en esta sociedad de mente abierta y comprensiva, al maestro se le hubiera perdonado el posible desliz.

Y he ahí, la intolerancia, el juicio. Él tenía que ser como todos lo conocían, recto, intachable, alegre, amable, pero desde luego no podía tener esa otra parte de la personalidad, la que todos tenemos, pero que o ocultamos, o controlamos o de plano reprimimos, al encerrar precisamente todos nuestros defectos; y si fue verdad lo que se señaló en la audiencia como el móvil, un supuesto y mal llamado lío pasional, ¿con eso pierde ya todo lo bueno por lo que ahora se le recuerda y se le extraña? Me parece que no.

Si a las personas no debe juzgársele por lo que hacen, mucho menos por lo que no sabemos que hacen y menos que menos por lo que otros nos dicen que hacen; entonces ¿por qué hacer lo contrario? ¿Por qué quitarle a alguien toda posibilidad de error, cuando el error ha sido siempre la base del aprendizaje?

Claro, lamentablemente para el catedrático ya no habrá aprendizaje ni segunda oportunidad, porque en un crimen terrible, su vida acabó, cuando quizá lo único necesario era una negativa, un alto, un solo segundo de consciencia, pero nos queda a los demás, el aprender a respetar y aceptar a las personas, tal como son, con todas sus bondades y errores, que todo en conjunto hacen una persona única.

Pero esta es mi opinión, usted puede compartir la suya aquí mismo.

Flora Isela Chacón







No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Déjanos tu comentario