miércoles, 18 de septiembre de 2013

De abucheos y esas cosas. El grito de Chihuahua

Por: Flora Isela Chacón

No hay mal que dure cien años dicen, pero tampoco alguien que los aguante sin explotar. Y aunque apenas van tres años, la noche del 15 de septiembre un nuevo grito ensordeció a Chihuahua y dejó mudos a varios en las redes sociales, no por increíble sino por lo sorpresivo. Nadie esperaba que al pedir los clásicos “viva”, un gobernador fuera abucheado. Pero así fue.


En el mega balcón que hace un año mandó construir con un costo de dos millones de pesos, sobre el que pendía una bandera sin Escudo, que aludía más a Italia que a México; y una campana nueva elaborada especialmente para la ocasión y de la que no se ha dicho su costo, el gobernador del estado César Duarte, fue abucheado la noche del domingo, cuando replicó por tercera vez, el Grito de Independencia.

Esta vez las cifras de la propia Secretaría General del Gobierno les fallaron en contra, al decir que eran más de 130 mil personas reunidas en la Plaza Mayor y sus alrededores, para atestiguar una vez más un Grito de Dolores moderno y sin la pasión de antaño, 130 mil personas entonces que en un solo grito manifestaron su descontento por la administración que hasta ahora ha ejercido el Gobierno del Estado, avivado en los últimos días por las fallas del nuevo sistema de transporte Vivebús.

Si alguien ajeno a Chihuahua preguntara el motivo para el abucheo, quizá podría mencionarse la insensibilidad denunciada por asociaciones civiles con las personas que, sin éxito, recorrieron la carretera desde Ciudad Juárez hasta la capital del estado para entrevistarse con el gobernador, para pedir justicia por decenas de mujeres desaparecidas en el estado.

El negar rotundamente una y otra vez la difícil situación que se vive en regiones de la Sierra Tarahumara, donde no sólo los habitantes sino también grupos representativos de la sociedad como los médicos de Guadalupe y Calvo, por ejemplo, señalan el control que tienen los grupos criminales y el miedo con que se vive constantemente.

La fiesta de cumpleaños en la Casa de Gobierno, cerradas las calles y con Juan Gabriel como “invitado” especial, además de otros cantantes, y la posterior celebración del 40 aniversario del juarense por adopción, en el Palacio de Bellas Artes, se dice con cargo al erario de Chihuahua y al de Michoacán.

La obstinación de trasladar primero y replicar después el Mausoleo de Pancho Villa desde el Parque Revolución a la Plaza Mayor, con un costo de ocho millones de pesos, y que terminó demolido tras una manifestación ciudadana.

La infortunada decisión de responder con grupos antimotines, gas y balas de goma a la manifestación de choferes por la incertidumbre laboral que les representaba la introducción del nuevo sistema de transporte Vivebús, primero; y luego a la que surgió desde los usuarios inconformes el día del arranque oficial, cuando cientos de personas perdieron el día de trabajo o escuela, al quedarse esperando una ruta que o no pasó o desconocían por dónde pasaría.

O podría ser también el incremento de la deuda pública en casi el cien por ciento desde el 2006, cuando el ex gobernador José Reyes Baeza, dejó 13 mil millones de pesos, que subieron sólo en tres años a poco más de 25 mil millones, y que luego de ser negado por el mismo gobernador, el secretario de Hacienda y desde luego los diputados priistas en el Congreso del Estado, apenas se reconoció en días pasados al solicitar, y ser aprobada por el Congreso del Estado, la reestructuración a un plazo de 30 años, comprometiendo las cinco próximas administraciones estatales.

Podrían ser uno o miles de motivos para que la noche del domingo 15 fuera otro el grito que destacaron, sin embargo, apenas unos cuantos medios de información, lo que haya provocado que más de 100 mil personas, atendiendo de nuevo las cifras oficiales, se hayan manifestado de esa manera ante lo que consideran un dispendio del gobierno en cuestiones meramente banales, mientras áreas importantes como la seguridad sobre todo, siguen siendo un pendiente.


Así, mientras adentro del Palacio de Gobierno los invitados "vip" se deleitaban con música de mariachi, bocadillos y bebidas, afuera los nombres de los héroes que dieron patria a México fueron respetados por la multitud, que contestó religiosamente a cada “Viva” tradicional que el gobernador demandó; no así cuando pronunció el eslogan del sexenio “que el cielo bendiga a Chihuahua, Chihuahua vive”, porque ya no hubo respeto, sino la respuesta natural y consecuente de una sociedad, que ha cuestionado cómo “Chihuahua vive”, pero que de cualquier forma se dio cita desde hora temprana en la plaza para escuchar a los grupos de moda, dejando de manifiesto sin lugar a dudas que podrá tardar o no pasar el Vivebús, podrán tumbar o hacer una réplica de un monumento histórico, gastar dos o tres o cuantos millones sean en un mega balcón o en una campana cuyo uso no es prioridad, podrán aumentar la deuda cuantas veces sea y heredarla a todas las generaciones por venir, pero mientras no falte el pan y el circo, ellos no dejan de aplaudir… o de abuchear, si es que el pan está duro o el circo ya ha resultado demasiado caro.








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