martes, 10 de septiembre de 2013

En busca de una seguridad infalsificable.

Por: Aída María Holguín Baeza.

Hace apenas unos días, medios de comunicación nacionales daban a conocer que la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Morelos, comenzó a entregar los primeros mil uniformes “especiales e infalsificables” a los policías pertenecientes al Mando Único Coordinado de esa entidad.

De acuerdo a lo dicho por la dependencia de aquel estado del centro de la república, con la entrega de estos nuevos uniformes, buscan inhibir que los grupos delictivos los falsifiquen; es decir, que la ciudadanía tenga certeza de que aquellos que usen estos uniformes especiales, sean realmente integrantes de la policía estatal.

Según se ha sabido, estos uniformes “infalsificables” están personalizados, contienen información digital del elemento policiaco que lo usa, tienen un número de serie y elementos de lectura por escáner para evitar su clonación, además de fornituras especiales.

Considerando que el término seguridad -del latín securitas- se refiere a la ausencia de riesgo, o dicho de otra manera, a la confianza que se tiene en algo o alguien; podríamos decir que lo único seguro de estos uniformes, es que contienen tecnología digital.

Y es que con tal noticia, lo primero que uno se pregunta es: ¿es posible asegurar que en los días de descanso de los policías, alguien cercano -o incluso de su misma familia- no va a hacer uso de él?

Desafortunadamente, no se puede obviar que en México no estamos exentos de que algún familiar o amistad cercana tenga nexos con los grupos delictivos, por lo que el uso –por robo o “préstamo involuntario”- de las prendas oficiales, no es del todo evitable.

Luego, viene un segundo cuestionamiento: ¿le van a otorgar a todos y cada uno de los morelenses un escáner, o -mínimo- van a instalar lectores en cada esquina para poder estar seguros de que quien porta el uniforme es verdaderamente quien dice ser?

De no ser así, ¿cómo es posible dar certeza a los ciudadanos de que quien viste un uniforme de éstos es realmente un policía?

El caso es, que si el Gobierno de Chihuahua optara por otorgar este mismo tipo de uniformes a sus elementos policiacos, no sería una medida que provocara un mayor sentimiento de seguridad en los chihuahuenses.

Aunque el Gobierno de Morelos también ha dicho que los nuevos uniformes contienen otras características “secretas” para evitar cualquier falsificación; adoptar este tipo de vestimenta no es suficiente para combatir la intromisión de los grupos delictivos en las dependencias gubernamentales, y mucho menos de las de seguridad pública.

No es desconocido para nadie, que en México es muy difícil guardar secretos.   Basta con que alguien lo “convenza” -de una u otra manera- a los “guardianes de secretos”, para que éstos dejen de estar en la categoría de “Top Secret”.

¿De qué sirve tener uniformes con tecnología de punta, si los gobiernos no se comprometen a realizar periódicos exámenes de confianza a los funcionarios y elementos policiacos?

Con el hecho de que las dependencias de seguridad pública opten por dotar de uniformes “infalsificables” a sus elementos no van a lograr darle más seguridad a los mexicanos; lo que México necesita, es que los funcionarios y policías sean incorruptibles, cosa que está muy lejana de alcanzar; menos, si no se tiene la voluntad para hacerlo.

No basta pues, con tratar de tener elementos policiacos estilo “termineitor”, lo que hace falta, es que comiencen por brindarles a los funcionarios y cuerpos policiacos una mayor seguridad económica, social y laboral, a la par de realizar constantes exámenes de confianza, para ir inhibiendo las prácticas de corrupción tan arraigadas en los mexicanos.  No sirve de nada que un policía quiera ser leal y honesto, si sus superiores no se lo permiten.

Finalmente, hace falta también que el sistema de impartición de justicia sea realmente “ciego”.  Es decir; que la justicia se imparta por igual -sin importar de qué nivel sea el funcionario- y sin que ningún caso se quede en la impunidad.

Mientras que lo anterior no suceda, no habrá manera evitar que la seguridad pública en nuestro país siga siendo falsa, por lo tanto, no será posible garantizar el orden y la paz públicos. 

Finalizo con lo expresado en alguna ocasión por el poeta, historiador y político de origen británico, Thomas Macaulay: “los políticos tímidos e interesados, se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país”.

Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com

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