lunes, 2 de septiembre de 2013

Opacidad, fracaso y negocio del ViveBús

Por: Javier Corral Jurado/ Cinthia Aideé Chavira

Anunciado con fanfarrias como el proyecto de mayor calado de la actual administración estatal, el sistema de transporte colectivo ViveBús en la capital del Estado, demuestra en los primeros días de su puesta en operación el fracaso de su planeación, ejecución y pésima logística de funcionamiento. De la ambiciosa visión con la que se vendió hace un año, lo único que resultó grande fue el costo, podríamos decir inmenso, comparado con proyectos similares en otras ciudades del país. Recogiendo dichos, a lo largo de las distintas etapas del proyecto, de voz de los responsables, la cifra ronda ya los 1,200 millones de pesos. Un verdadero caso para desentrañar mediante la legislación de acceso a la información los pormenores de un contraste tan alto y una tarea para la fiscalización de los órganos oficiales de auditoría.


Fue el 10 de febrero de 2012 cuando, en lo que los medios llamaron “un acuerdo histórico para la modernización de Chihuahua”, los 528 concesionarios de transporte urbano de la ciudad firmaron el acta constitutiva de la empresa integradora que operaría el ViveBús: Coordinadora de Transporte Colectivo de la Ciudad de Chihuahua. Fernando Uriarte, secretario de Desarrollo urbano y Ecología, destacó entonces que a diferencia de otras ciudades del país, en Chihuahua se logró la unión de todos los concesionarios del transporte público y ya se hablaba de un sistema de transporte urbano rápido, seguro, cómodo y con atención a criterios ecológicos, lo que elevaría la calidad de vida de los chihuahuenses.  Por esas mismas fechas, el presidente del Consejo de Administración de la nueva empresa y secretario general de Permisionarios Unidos, Armando Méndez Villalobos, dijo que “La unión del 100 por ciento de los permisionarios formalizaría los contratos de compra de 84 unidades que serán destinadas a la ruta troncal 1; se trata de un paso fundamental en la modernización del transporte en Chihuahua, con la inclusión de camiones de primer nivel”. Transcurrió más de un año y mientras se echaban andar los nuevos camiones y por supuesto antes de las elecciones de julio pasado, al proyecto se le sacó la mayor raja política entre los concesionarios y el gobierno. El 10 de junio de 2013, se selló el compromiso de voto corporativo entre los transportistas y el candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Chihuahua, Javier Garfio, responsable central del fracaso hoy exhibido cuando actuó como secretario de Comunicaciones y Obras Públicas de Gobierno del Estado.

El candidato priista compartía los manteles largos con Armando Méndez Villalobos y Doroteo Zapata, secretario general de la CTM. Durante su mensaje Méndez dijo que los 528 concesionarios que integraban ese colectivo, lo apoyarían incondicionalmente. Y así fue. Garfio es el alcalde electo, pero el ViveBús opera con grandes fallas, abunda la falta de previsiones y una ola de inconformidad ciudadana a la que tuvo que salir al paso el Gobernador César Duarte para pedir perdón por los “inconvenientes” que este proyecto ha causado en una estela de caos que ni risiblemente cubren los días de gratuidad que se han ofrecido en su etapa inaugural. Las unidades abarrotadas, retrasadas y escasas tanto en la ruta troncal como en las alimentadoras del nuevo sistema de transporte definen la ineficacia gubernamental.

Lo que resulta escandaloso es que este fracaso cueste 1,200 millones de pesos para Chihuahua, un gran negocio a la vista de muchos, pero de beneficio directo sólo para unos cuantos. Para analizar el costo es necesario compararlo con obras similares. Tal es el caso de la ruta Chachapa-Tlaxcalancingo puesta en marcha en la ciudad de Puebla: contra los mil 200 millones de pesos invertidos en el ViveBús de Chihuahua, el Gobierno del Estado de Puebla ha aportado un total de 683 millones de pesos para la construcción del carril confinado, los paraderos y el centro de control de operaciones, mientras que los inversionistas privados construirán terminales, en tanto los concesionarios adquirirán los autobuses articulados. (Fuente: Proyecto ejecutivo del primer corredor troncal de Transporte Público de la Zona Metropolitana de Puebla).

El reporte de Fonadin señala con claridad los beneficios que tendrán los concesionarios que se integren a la empresa poblana, que incluyen menores costos de operación, certidumbre jurídica al ser parte de una Sociedad Anónima, legalmente constituida, así como certidumbre de transparencia en el manejo de los recursos con la formación de un fideicomiso de administración y pago.

Otro caso todavía más contrastante se da en la Ciudad de México, donde este servicio de transporte colectivo opera con instalaciones de primer mundo y realmente con mucha eficacia. En julio de 2011, a través del portal de noticias “Terra” se anunció el arranque de la construcción de la línea 4 del metrobús de la Ciudad de México. La construcción se realizó en tres tramos: de Buenavista a Eje Central; de Eje Central a Congreso de la Unión, y de Congreso de la Unión a las terminales 1 y 2 del Aeropuerto, de acuerdo con el programa de obra.

El proceso constructivo general de la obra consistió en la demolición de la carpeta asfáltica, preparación de terracería y tendido de concreto hidráulico. La nueva línea cuenta con 30 paradas y 4 terminales a lo largo de 27.3 kilómetros de recorrido. Se trata de paradas ligeras y los autobuses de piso bajo, más cortos que los tradicionales. Este transporte beneficia a 12 millones de personas al año, tiene conexión con el Tren Suburbano, el Corredor Cero Emisiones, las líneas B, 1, 2, 3, 4 y 8 del Metro y con las líneas 1 y 3 del Metrobús.

La construcción de esta Línea estuvo a cargo de la empresa Gami Ingeniería e Instalaciones, S. A. de C. V., con un costo de 315 millones de pesos.

En lo que respecta al ViveBús de Chihuahua, un estudio que puede ser consultado en internet realizado por “Cal y Mayor Asociados”, especifica que el corredor propuesto tiene una longitud de 20.4 km por sentido, cuya configuración corresponde a carriles confinados de concreto hidráulico ubicados en carriles centrales de las vías.

El proyecto incluye la construcción de estaciones, terminales, patios para resguardo y talleres, un centro de control y recaudo unificado. La flota que circulará por el corredor es de 84 autobuses incluyendo la flota de reserva, la capacidad máxima de las unidades es de 80 pasajeros. En el caso de los patios y talleres el monto de inversión considera los terrenos para su construcción, el monto de obra y monto adicional para equipamiento. La inversión en terrenos estimada en 123 millones de pesos fue proporcionada por el Gobierno del Estado.

Para estimar la inversión en flota vehicular y en componentes tecnológicos que incluyen el centro de control y recaudo, se realizaron investigaciones de mercado y cotizaciones. El precio estimado de los autobuses es de 170 mil dólares equivalentes a 2.3 millones de pesos por unidad aproximadamente. La inversión en tecnología incluye validadores a bordo de las unidades de transporte.

En toda esta historia hay que recordar que la inversión para el sistema sería de 885.6 millones de pesos de 2010. El estudio proyectó también los beneficios económicos: arriba de los 200 millones de pesos anuales, contemplando los costos sociales de la inversión, los gastos de operación y mantenimiento, los costos por molestias y la valoración monetaria de los ahorros en costo de operación y tiempo de viaje, llegando así a la cantidad antes mencionada por flujo nominal para cada año.

¿Cómo se distribuirán las ganancias? Hasta este momento poco o nada de la información respecto del ViveBús fluye con facilidad. A “ojo de buen cubero” calcule usted, y base los cálculos en el hecho –también consignado en el estudio técnico con cifras al 2006– de que el sistema de transporte público, está concesionado a 438 operadores, de los cuales 360 tienen 1 solo vehículo, 69 dos, 7 tienen tres vehículos, 1 concesionario tiene cuatro vehículos y 1 cinco vehículos. Este proyecto nació en la opacidad, y sus efectos hasta este momento solo generan inconformidad. En días recientes, la  Canacintra Chihuahua realizó una encuesta a sus socios para medir el impacto sobre la puesta en marcha del nuevo transporte. Los empresarios destacaron que el 56.6 por ciento de los empleados tuvo problemas para asistir a su lugar de trabajo.

Por otro lado, de los empleados que se trasladaron a través del ViveBús, el 75.5 por ciento llegó tarde. Los sectores más afectados fueron el de elaboración de alimentos y metal-mecánico, así mismo, las micros y pequeñas empresas fueron quienes más resintieron el arranque de este nuevo sistema con un  81.1 por ciento.

¿Y qué decir de la obra de “concreto” que a pocos días de ser estrenada ya presenta baches? El mayor hoyo lo padecen las familias de 60 trabajadores del transporte público que serán liquidados ante el rechazo de formar parte del nuevo sistema de transporte.

La realidad muestra la incapacidad de los responsables de la “obra sin precedentes” que involucró a los tres niveles de gobierno así como a inversionistas privados aglutinados en la nueva empresa que goza de la concesión del transporte público, pues siguen sin operar entre 50 y 70 camiones de los 338 que deben surtir las rutas alimentadoras.  Más aún, no alcanzan las disculpas que César Duarte presentó a los chihuahuenses, ni siquiera la demolición de la copia pirata del mausoleo de Villa; pesa mucho más la agresión represora que hizo de quienes se atrevieron a manifestarse contra el caos generado por la puesta en marcha del ViveBús.

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