domingo, 15 de septiembre de 2013

Reforma Fiscal: Justificaciones absurdas, reforma sin sentido.

Por: Cristina Escalera.

De la Reforma Fiscal, en lo que se refiere a impuestos, lo que me parece más desatinado son las justificaciones que se plantean para ampliar los conceptos gravados. Tal vez hubiera sido más sencillo decir: “queremos más dinero… y es todo”.

Y es que esta iniciativa propone que, además de favorecer la capacidad recaudatoria del Gobierno Federal, se obtendría un efecto redistributivo del ingreso al existir la posibilidad de ofrecer mayores y mejores servicios a los grupos sociales más vulnerables del país.


Si tuviéramos la certeza de que esta promesa se hará realidad, indudablemente consideraríamos como viable dicha justificación. Pero, ¿realmente alguien confía en que el gobierno regresará este dinero a los que menos tienen?

La eliminación de la tasa preferencial del 11% del IVA en la zona fronteriza, se justifica alegando que su aplicación es “regresiva”, ya que reduce el pago de impuesto a los habitantes de regiones que en promedio obtienen ingresos mayores a los del resto del país.

En mi opinión, el trasfondo de esto nos dice: “¿Porqué solo una parte de los habitantes de México tienen que estar jodidos?, o todos o ninguno”. 

¿No sería entonces más adecuado analizar esta comparación y hacer más eficientes las políticas en las zonas marginales del país?

Un beneficio de esta tasa preferencial es alentar el comercio nacional provocando que los habitantes de estas zonas se abstengan de cruzar la frontera cada vez que necesitan adquirir algo, y si esto antes poco se lograba, subiendo el IVA, mucho menos.

Al menos en Chihuahua, en específico en ciudad Juárez (que bastante golpeada está ya por la violencia), aquellos que puedan hacerlo preferirán irse de “shopping” al Paso (con todo el contexto que esto representa), que aprovechar las ofertas del “Buen fin”, mucho más si les suben el IVA. ¿Será entonces el fin para muchos comercios locales?

Se expone también como justificación, que México es el único país que aplica este tratamiento preferencial en sus fronteras. En este caso comparar a México con E.U. y Canadá, como se plantea, es un poco ilógico, pero si con Turquía, que es un país en situación similar a la de México por su nivel de desarrollo económico y por su cercanía con una economía altamente desarrollada como es la Unión Europea. Volvemos entonces a la misma “ley de los jodidos”… si Turquía no lo hace, ¿por qué nosotros si?

En el caso del cobro del IVA a las colegiaturas, esa postura “a la Robin Hood” de quitarles a los que tienen para dárselo a los que no, resulta completamente arbitraria, ya que existen muchos mexicanos que trabajan de sol a sol con el propósito de darles a sus hijos lo que tal vez ellos no pudieron tener, y con esfuerzos logran pagar las colegiaturas cada mes, esto sin contar a los estudiantes dedicados que obtienen algún porcentaje de beca académica o económica.

Desgraciadamente (y digo “desgraciadamente” porque no debería de ser así), el afirmar que las escuelas particulares y las de gobierno son iguales, no es verdad.

Si realmente la educación pública fuera lo que debería de ser, y ofreciera educación y espacios de calidad otra cosa sería, es más, ni siquiera existiría la oferta-demanda de las escuelas privadas. El problema no son los maestros, sino el sistema… pero ese es otro tema.

Por otra parte, algunos de los planteamientos en esta propuesta parecen estar al revés, ya que hay otro caso que me parece extraño: la aplicación del IVA a los espectáculos públicos, exentando el teatro y… ¡el circo! Estoy de acuerdo en que en muchos otros países el circo representa una de las más importantes actividades culturales y artísticas, pero por desgracia la mayoría de los circos mexicanos están muy por debajo de esa categoría. 

Comparar el teatro con el circo señalando que es un espectáculo artístico que representa una importante parte de la cultura y educación a través de los años, es como decir que las telenovelas y la ópera son la misma cosa. “Cultura y educación del maltrato animal”, diría yo, pero ese también es otro tema. 

“Apoyar la formación de los artistas, con el fin de fortalecer y rescatar el circo propiamente mexicano”, dice la propuesta, punto en el que estoy de acuerdo, pero que nada tiene que ver con las políticas fiscales.

Y ni hablar de cobrar el IVA a los chicles, si, ¡a los chicles!, porque al no realizarse su ingesta no puede ser considerado como alimento, y ese era “el trato”; o a las mascotas y sus alimentos, porque quienes adquieren estos bienes reflejan capacidad contributiva y, en consecuencia, se trata de manifestaciones de riqueza que deben ser gravadas… Tener un perro o un gato y comprarle croquetas, por más baratas que éstas sean, es una manifestación de riqueza, según la federación, así que el “lujo” de mantener a una mascota debe tener sus consecuencias.

Hay muchos otros argumentos absurdos, como el del cobro del Impuesto Empresarial Sobre Producción y Servicios (IEPS) de un peso por litro a los refrescos y bebidas con azúcar añadida. En realidad ese no es el problema, sino el incoherente pretexto de hacerlo con la finalidad de favorecer con esto a la lucha contra la obesidad. 

Cobrarlos más caros para que la gente ya no los compre y no siga engordando, suena como “escóndanle al niño los dulces”… ¿Acaso los mexicanos no tenemos la suficiente madurez para elegir responsable y libremente lo que debemos consumir? ¿No sería más viable (y más coherente) establecer más y mejores programas nutrición, educación alimenticia, conciencia de la salud y activación física? Cosa que tampoco se relaciona en nada con los asuntos fiscales.

En nuestro estado, el gobernador ha dicho que antes de preocuparnos deberemos analizar estas propuestas: “Es apenas una propuesta lo planteado por el Presidente y no es una ley que se haya puesto en vigor”, dijo. 
Me pregunto entonces ¿En qué momento deberemos empezar a preocuparnos? ¿Será acaso cuando la reforma sea aprobada?

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