En la sombra estaban sus ojos
Y sus ojos estaban vacíos
Y asustados y dulces y buenos
Y fríos.
Jaime Sabines
Quiero creer, y lo hago como un acto de fe, que el oficio de escribir en un periódico, desde el hacer del reportero hasta el articulista está determinado por una gran definición: Se escribe para vivir, se puede escribir de la muerte pero se hace para vivir. Roland Barthes escribió en su ya famoso “Fragmentos de un discurso amoroso”: “Para poder interrogar al destino es necesaria una pregunta alternativa (Me quiere / No me quiere), un objeto susceptible de una variación simple (Caerá / No caerá) y una fuerza exterior (divinidad, azar, viento) que marque uno de los polos de la variación. Planteo siempre la misma pregunta (¿seré amado?), y esta pregunta es alternativa: todo o nada; no concibe que las cosas maduren, que sean sustraídas a la oportunidad del deseo.”
El periodista interroga al destino suponiendo que encontrará la vida para él y sus lectores, por supuesto, interroga a la realidad en busca del amor, pero no como un suceso romántico, sino como la furia de una comunidad que busca restablecer la paz.
La labor del periodista es entonces como la del profeta, también oficio de fe, también profesión en su sentido más antiguo: el que interroga a las conciencias, sabedor de que se ha violentado el mundo, la paz y que tal infracción redundará en mal para la comunidad. El ejemplo típico es Juan el bautista, es capaz de decir a Herodías y a Herodes el mal que causan y molestos por tal discurso condenan a Juan a morir y exhibir su cabeza en una charola de plata para acallar los reproches de la conciencia.
En Chihuahua los periodistas mueren y ahora sus familiares como un acto en que el estado es incapaz de garantizar la vida. Es muy probable que las autoridades no sean los que disparan, aunque es evidente que deben ser ellos los que garanticen la plena existencia de toda la sociedad, y en particular de los periodistas.
Porque de lo contrario ¿cómo el estado (gobierno, congreso, institutos descentralizados y poder judicial) pueden garantizar las elecciones, la educación, la salud, la justicia? El periodismo tiene esta función fundamental, por tanto, como el profeta no puede ser parte del estado. Es una parte fundamental de la sociedad.
El periodista como el héroe amoroso será capaz de ver el mundo que se tambalea y podrá hacer la pregunta que nos dice Barthes: ¿Caerá o no la parte de la estructura social que está viendo? ¿Qué fuerza o divinidad se mueve para colapsar la sociedad? ¿Qué poderoso deseo se ha impuesto sobre el bien que debe ser la norma de la comunidad? Es este deseo el motor que dispara la criminalidad contra los periodistas y el gobierno el responsable (no sé si el culpable) pues no puede garantizar la voz de la sociedad a partir de la prensa; dado esta realidad ¿No sería prudente que todos los niveles de gobierno renunciarán? Porque si bien no son culpables, sí es claro que no pueden garantizar la vida. Y nos pueden decir que ya no hay tantos muertos, que ahora estamos mejor y pagarán los anuncios de la prensa para hacernos saber que ya no hay violencia, que hoy la seguridad es un acto total en todo el país y particularmente en Chihuahua.
El periodismo es la búsqueda de la vida y denuncia, por tanto, profetiza a quienes hacen los males que destruyen la vida y los Herodes reaccionan destruyendo al profeta, esta es un vieja tradición antdemcrática, lo nuevo es asesinar a los hijos, a la familia que se ama y desde luego que hay culpables, los que jalaron el gatillo. Pero también existen responsables y estos deberán pagar.
Qué se les puede decir a una madre y a un padre que han perdido a sus hijos por ser la voz de los otros, por ser periodistas.
¡Nunca más un asesinato de un periodista ni de su familia! Justicia Para David Páramo y Martha González.
Gabriel Borunda
El Diario de Chihuahua