domingo, 12 de mayo de 2013

Camargo: cobertura periodística entre el aislamiento y amenazas


Los habitantes de Camargo, ubicado en la zona centro sur del estado de Chihuahua, han enfrentado la violencia casi en silencio, aislados, invisibilizados. Del año 2008 al 2009, incrementaron los homicidios dolosos un 550 por ciento, al pasar de 9 a 51, y de 2008 a 2012 se incrementaron otro 40%, de 65 a 90.



Mientras que en municipios como Juárez y Chihuahua disminuyeron los homicidios, Camargo fue una de las regiones en las que incrementó. Del 2011 al 2012, incrementaron 40 por ciento, de 65 a 90. Se registraron por lo menos cuatro masacres. De 2008 a 2012, asesinaron a 288 personas, 268 hombres y 20 mujeres.

Camargo vivió tranquilo durante unos seis meses, dice el periodista Luis Fernando González, quien ha cubierto la ola de violencia junto con su compañero Pedro Sarmiento, de manera callada.





En el 2008, se les plantó enfrente la escalada de violencia, tuvieron que cubrir como lo hacían cotidianamente. “Había un muerto, otro, cada vez más muertos. Muertos por todos lados, se emparejaron las cifras con las del resto del estado”, recuerda Luis Fernando.

El medio para el que trabajan, Tv Camargo, televisión por cable, ha sido donde han dado a conocer masacres, personas degolladas, incineradas, de todo, “ha sido muy sanguinario, hemos visto lo peor”, dice.

Con la detención de “El Gato”, se calmó la violencia, derivada de la lucha por la plaza por dos grupos delictivos. “Se recuperó la vida nocturna incluso, ya casi nadie salía, entonces la gente comenzó a salir, muchos se habían ido”, comenta el periodista camarguense.

Ahora, con el regreso de la ola de violencia, Luis Fernando coincide con el resto de los habitantes: “Ahora todo es silencia, nadie comenta, como si quisieran olvidar y no volver a vivir lo que pasamos, están como queriendo olvidar, ignorar. Camargo tenía paz y esto que sucedió, sí impacta”.

Asegura que la gente volvió a confiar en ellos mismos, se reforzó la convivencia social porque los primeros años hubo mucha división, pero la sociedad civil organizada hizo un buen trabajo y ahora los habitantes se niegan a aceptar el regreso de la violencia.

En Camargo registraron por lo menos cinco masacres que trascendieron, entre 2011 y 2012, principalmente en bares y otra en una casa de seguridad. La gente dejó de salir en la noche, pero desde hacía seis meses se animó a salir, de nuevo arbrieron negocios nocturnos.



Después de la masacre de El Coliseo, cerraron más bares, entre ellos uno de los más populares. Además, se han registrado secuestros, el último el de una enfermera que aún no aparece.

Hay por lo menos, unas 30 personas desaparecidas, calcula Luis Fernando González, quien destaca el caso del empresario ganadero José González Martí, de 80 años. Su familia ha pagado dos veces el rescate y aún se lo entregan.

“En el panteón abrieron un área nueva,  ahí se llena de viudas y huérfano llorando. Van más de 200 muertos camarguenses. Ha sido una pesaldilla que hemos cubiero como Dios nos ha dado a entender, era nuevo para nosotros”, abunda.

Por la información que manejan en su medio, han recibido llamadas anónimas para reclamar notas o para que saquen información, la decisión que han tomado ha sido de acuerdo al sentido común, con solidaridad y cobertura conjunta, según sea el caso.

Sin protocolos de seguridad y completamente asilados, han dado cuenta de todos los hechos violentos, apoyados sólo en la ciudadanía, dice Luis Fernando.

“Ha sido un aprendizaje macabro, no tenemos nada de protección, la gente siempre nos ayuda. Hemos recibido amenazas, incluso de la familia, pero hemos salido adelante, con puro sentido común”, cuenta Pedro Sarmiento.

Camargo se encuentra en medio de Delicias y Jiménez, dos ciudades de la zona centro sur, en donde se ha incrementado considerablemente la violencia este año, y en abril, alcanzó también a los camarguenses.

La silenciosa narcoviolencia

El año pasado, cuando aprehendieron al presunto líder del Cártel de Sinaloa en la región sur del estado, Lamberto Gurrola Hernández, “El Gato”, en Parral, en Camargo regresó la paz, por lo menos temporal.

De septiembre del año pasado a abril de este año, recuperaron la tranquilidad, el número de organizaciones civiles incrementó, la gente se enfocó a ocupar los espacios públicos y trabajar, comenta un comerciante del ramo restaurantero.

“Sí cambiamos algunos hábitos. Nosotros preferimos no abrir el negocio ya muy tarde, mejor comenzamos temprano y pues, lo que salga. Andamos bien, si uno no anda en malos pasos, no tiene por qué preocuparse, sólo hay que cuidarse”, opina el comerciante, quien prefiere permanecer en el anonimato porque asegura que nadie puede hablar.
 
Cuenta que hay personas en Camargo, muchas que no son de ahí, que “se hacen ricos  de repente. Usted no puede decir nada porque lo van a matar. La realidad de esa gente es otra, vive otro tipo de vida. Hay partes donde hay unas casotas y las gentes tienen unas trocotas, pero no trabajan ni tienen negocio, es muy notorio”, agrega.

El municipio de Camargo tiene 47 mil habitantes y la cabecera municipal, donde se registró la última masacre, tiene poco más de 39 mil. 






La aparente calma terminó el pasado 29 de abril, cuando un comando armado irrumpió en un palenque de gallos “El Coliseo”, alrededor de la una de la mañana. Hacía una hora que había concluido la pelea, cuando llegaron a asesinar a cuatro personas, entre ellas un policía municipal de 22 años, un presunto sicario y dos civiles.

Al siguiente día, encontraron los cuerpos de dos hombres, que aparentemente participaron en la masacre. Eran Francisco Alonso Salazar Chávez y Juan Antonio Martha de los Santos, quienes tenían pasamontañas, entre 10 y 15 balas de armas cuerno de chivo, así como otro tipo de parque. Tenían alrededor de 20 años, de acuerdo con la Policía Municipal de Camargo.

“NO QUIERO MORIR”, DIJO POLICÍA ASESINADO A SU JEFE



Daniel Alejandro Soto Giner tenía 22 años y dos en la corporación municipal. El 28 de abril le tocó vigilar la entrada del palenque, otros dos compañeros estaban adentro, también vigilaban.

Cuando entró el comando armado de encapuchados, al primero que le dispararon fue a Daniel Soto, luego ingresaron y mataron a Sixto Iván Aguirre Infante, a José Raúl Chávez y a José Humberto Chacón Gómez, este último presunto sicario y a quien buscaban, de acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía Zona Centro.

El agente resultó lesionado y falleció en el hospital. Antes de morir, dijo a su jefe: “no quiero morir, deseo continuar siendo policía y estar en servicio”, reveló el presidente municipal Arturo Zubía Fernández, durante el homenaje de cuerpo presente que realizaron en las instalaciones de a corporación, el 30 de abril.

El alcalde destacó el profesionalismo del agente. “Nos embarga la angustia y el coraje, era un joven de reciente ingreso de la academia, integrante del grupo táctico, se desempeñaba con profesionalismo y era alegre. Sentimos esta lamentable pérdida, nos embarga una gran desesperación e  impotencia cuando suceden estas cosas”, agregó.

Su hermana pidió justicia, ante agentes de Jiménez, San Francisco y Camargo.