El anterior domingo 25 me dispuse
a visitar a una amiga y sabiendo que sería el arranque de operaciones del
Vivebus me pareció buena idea salir y revisar las nuevas rutas del transporte
que habitualmente utilizo para el desarrollo de mis actividades y así, probando
suerte y sin ninguna clase de información, me fui porque imaginé que algún
camión cerca de mi casa debía pasar puesto que anteriormente pasaban cinco
distintas rutas en el mismo punto que me llevaban al centro, al menos una
debería quedar.
No tardó mucho la espera cuando
la ruta alimentadora apareció y me uní a la animada charla que tenían el chofer
y los pocos pasajeros que viajaban en la unidad; la platicaba giraba alrededor
del desorden, de lo precipitado del arranque de las operaciones, del poco
conocimiento que tenía el chofer en general del sistema, de que no lo querían
liquidar y luego recontratarlo, los pasajeros y su incertidumbre por no saber
cómo llegarían a su destino y así llegamos a la Terminal Norte.
Como dato
curioso, me llamó la atención que el chofer no conocía la ruta, un joven
pasajero era quien le decía por dónde pasaba el Ruta 1 y así le dio, aunque el
recorrido no coincidiera con lo que el mapa de las guías impresas señalaba.
En la Terminal Norte reinaba el
caos. Me pregunté por qué no se habría iniciado con las operaciones en periodo
vacacional para evitar aglomeraciones; me dirigí a una persona de las que
se supone deberían informar, de esos, de los que son de atención ciudadana del
gobierno del estado, al menos eso decía su camisa bordada, para preguntarle
cuestiones generales pero en específico sobre la escasez de tarjetas y las largas
filas para obtener las de tarifa preferencial.
Le cuestioné sobre el corto
horario de atención para su expedición en los centros autorizados (de 9 de la
mañana a 4 de la tarde) y me respondió: “solo trabajamos en horarios de
oficina”. Me retiré con la desazón de saber que ante una contingencia de esta
magnitud los burócratas no atienden a la población y si ponen su tiempo para “hacer
crucero” y campaña cuando es proceso electoral y sin que les paguen horas
extras.
Ahí tomé la alimentadora RC-07
que hace el recorrido del Circunvalación 2 y aunque éste sí iba lleno, la
inquietud de las personas era la misma y se hacían el mismo tipo de comentarios
aunados a que tupían al chofer con preguntas que no supo responder por la misma
razón que más tarde corroboré con los conductores de las otras 3 unidades que
tomé, y que era que en el transcurso del día les cambiaban la ruta. Para las 6
de la tarde ya a algunos se las habían cambiado hasta tres veces.
De regreso a mi casa, tomé nuevamente la misma alimentadora rumbo al centro y siguiendo las indicaciones
del dichoso mapa y las ilustraciones de la guía, me dirigí a la estación Justicia para darme cuenta que por esa estación únicamente pasa la ruta troncal
cuando va al sur, un joven muy amablemente me dijo: “si gusta la puede tomar
(la ruta troncal) en la Niños Héroes pero hay una fila de 600 personas
esperando por abordar”.
Le pregunté que si había otra opción y me dijo que solo
que tomara alguna otra alimentadora para salir de ahí, cosa absurda porque a
esa altura del centro no pasa otra que no sea la troncal. A esto solo concluí
que ellos solo repiten mal la información porque les dicen que digan pero no
porque se hayan subido a andar en cualquiera de las rutas y mucho menos porque
sea información corroborada por la autoridad para su difusión.
Llegando a la estación Niños Héroes
efectivamente la fila era de unas 600 personas, tuve el tiempo suficiente (55
minutos cronometrados) para contarlas y así confirmarlo. Cuando logré subir a
la ruta troncal, los camiones iban repletos. Con esto se esfumaba la pretendida
y tan anunciada ilusión de la comodidad que ofrecerían las nuevas unidades sin
contar con el hecho de que las mujeres embarazadas, las que llevan bebés y
niños pequeños cargando y adultos mayores, son a quienes peor les va por no
poder desplazarse dentro de la unidad, y de personas con discapacidad no
hablamos porque en las condiciones que opera el servicio les será imposible
utilizarlo.
Al llegar de nuevo a la Terminal
Norte, busqué información sobre la ruta alimentadora que me llevaría cerca de
mi casa y la respuesta fue la misma: “pregúntele a los de rojo” “a ver si los
checadores le pueden decir…son los que traen radio”.
Por fin encontré mi andén
justo en el momento en el que le estaban cambiando la ruta a un chofer, en
medio de la discusión con la gente encima reclamándole a ambos, el conductor de la
unidad y coordinador de rutas, desesperado y con un notable hartazgo el chofer
decía: “no, ya no por favor”.
El hombre inició la tercera ruta de su jornada
sin conocerla y solo siguiendo la misma guía que a los usuarios se nos estaba
proporcionando (el cuadernito de los mapitas, pues).
Llegué a mi casa luego de cinco
trasbordos en total; dos de ida y tres de regreso que de haberlos pagado hubieran
sido veinte pesos cuando por el mismo recorrido anteriormente solo hubiera
pagado doce. El factor tiempo también es importante, duré dos horas de ida y
dos de regreso, demasiado para pasarlo en el transporte público en una ciudad
del tamaño de la nuestra.
De poder llamarle odisea,
concluyo que es difícil encontrar un punto donde se pueda reconciliar el nuevo
sistema de transporte con la economía de las familias, si consideramos que a
cada integrante se le incrementó por lo menos una ruta más en su trayecto y los
tiempos de traslados de su casa a su sitio de labores o escuelas. El debido
proceso de asimilación lo veo complicado por el creciente número de quejas; sin
embargo, nada nos podría preparar para lo que ocurriría el segundo día de
operación de nuestro nuevo y flamante sistema de transporte.
Mariela
Castro Flores
(Marie
Lou Salomé)
marielacastroflores@gmail.com
Pongamosle Chihua-bus. Duarte se irá y que no quede el nombre, es nuestro, no suyo. Chihua-bus o metro-bus (pa creernos metrópoli)
ResponderBorrarSlds.