martes, 27 de agosto de 2013

Un día en el ViveBús

El anterior domingo 25 me dispuse a visitar a una amiga y sabiendo que sería el arranque de operaciones del Vivebus me pareció buena idea salir y revisar las nuevas rutas del transporte que habitualmente utilizo para el desarrollo de mis actividades y así, probando suerte y sin ninguna clase de información, me fui porque imaginé que algún camión cerca de mi casa debía pasar puesto que anteriormente pasaban cinco distintas rutas en el mismo punto que me llevaban al centro, al menos una debería quedar.


No tardó mucho la espera cuando la ruta alimentadora apareció y me uní a la animada charla que tenían el chofer y los pocos pasajeros que viajaban en la unidad; la platicaba giraba alrededor del desorden, de lo precipitado del arranque de las operaciones, del poco conocimiento que tenía el chofer en general del sistema, de que no lo querían liquidar y luego recontratarlo, los pasajeros y su incertidumbre por no saber cómo llegarían a su destino y así llegamos a la Terminal Norte. 


Como dato curioso, me llamó la atención que el chofer no conocía la ruta, un joven pasajero era quien le decía por dónde pasaba el Ruta 1 y así le dio, aunque el recorrido no coincidiera con lo que el mapa de las guías impresas señalaba.

En la Terminal Norte reinaba el caos. Me pregunté por qué no se habría iniciado con las operaciones en periodo vacacional para evitar aglomeraciones; me dirigí a una persona de las que se supone deberían informar, de esos, de los que son de atención ciudadana del gobierno del estado, al menos eso decía su camisa bordada, para preguntarle cuestiones generales pero en específico sobre la escasez de tarjetas y las largas filas para obtener las de tarifa preferencial.

Le cuestioné sobre el corto horario de atención para su expedición en los centros autorizados (de 9 de la mañana a 4 de la tarde) y me respondió: “solo trabajamos en horarios de oficina”. Me retiré con la desazón de saber que ante una contingencia de esta magnitud los burócratas no atienden a la población y si ponen su tiempo para “hacer crucero” y campaña cuando es proceso electoral y sin que les paguen horas extras.

Ahí tomé la alimentadora RC-07 que hace el recorrido del Circunvalación 2 y aunque éste sí iba lleno, la inquietud de las personas era la misma y se hacían el mismo tipo de comentarios aunados a que tupían al chofer con preguntas que no supo responder por la misma razón que más tarde corroboré con los conductores de las otras 3 unidades que tomé, y que era que en el transcurso del día les cambiaban la ruta. Para las 6 de la tarde ya a algunos se las habían cambiado hasta tres veces.

De regreso a mi casa, tomé nuevamente la misma alimentadora rumbo al centro y siguiendo las indicaciones del dichoso mapa y las ilustraciones de la guía, me dirigí a la estación Justicia para darme cuenta que por esa estación únicamente pasa la ruta troncal cuando va al sur, un joven muy amablemente me dijo: “si gusta la puede tomar (la ruta troncal) en la Niños Héroes pero hay una fila de 600 personas esperando por abordar”.

Le pregunté que si había otra opción y me dijo que solo que tomara alguna otra alimentadora para salir de ahí, cosa absurda porque a esa altura del centro no pasa otra que no sea la troncal. A esto solo concluí que ellos solo repiten mal la información porque les dicen que digan pero no porque se hayan subido a andar en cualquiera de las rutas y mucho menos porque sea información corroborada por la autoridad para su difusión.

Llegando a la estación Niños Héroes efectivamente la fila era de unas 600 personas, tuve el tiempo suficiente (55 minutos cronometrados) para contarlas y así confirmarlo. Cuando logré subir a la ruta troncal, los camiones iban repletos. Con esto se esfumaba la pretendida y tan anunciada ilusión de la comodidad que ofrecerían las nuevas unidades sin contar con el hecho de que las mujeres embarazadas, las que llevan bebés y niños pequeños cargando y adultos mayores, son a quienes peor les va por no poder desplazarse dentro de la unidad, y de personas con discapacidad no hablamos porque en las condiciones que opera el servicio les será imposible utilizarlo.

Al llegar de nuevo a la Terminal Norte, busqué información sobre la ruta alimentadora que me llevaría cerca de mi casa y la respuesta fue la misma: “pregúntele a los de rojo” “a ver si los checadores le pueden decir…son los que traen radio”.

Por fin encontré mi andén justo en el momento en el que le estaban cambiando la ruta a un chofer, en medio de la discusión con la gente encima reclamándole a ambos, el conductor de la unidad y coordinador de rutas, desesperado y con un notable hartazgo el chofer decía: “no, ya no por favor”. 

El hombre inició la tercera ruta de su jornada sin conocerla y solo siguiendo la misma guía que a los usuarios se nos estaba proporcionando (el cuadernito de los mapitas, pues).

Llegué a mi casa luego de cinco trasbordos en total; dos de ida y tres de regreso que de haberlos pagado hubieran sido veinte pesos cuando por el mismo recorrido anteriormente solo hubiera pagado doce. El factor tiempo también es importante, duré dos horas de ida y dos de regreso, demasiado para pasarlo en el transporte público en una ciudad del tamaño de la nuestra.

De poder llamarle odisea, concluyo que es difícil encontrar un punto donde se pueda reconciliar el nuevo sistema de transporte con la economía de las familias, si consideramos que a cada integrante se le incrementó por lo menos una ruta más en su trayecto y los tiempos de traslados de su casa a su sitio de labores o escuelas. El debido proceso de asimilación lo veo complicado por el creciente número de quejas; sin embargo, nada nos podría preparar para lo que ocurriría el segundo día de operación de nuestro nuevo y flamante sistema de transporte.

Mariela Castro Flores
(Marie Lou Salomé)
marielacastroflores@gmail.com

1 comentario:

  1. Pongamosle Chihua-bus. Duarte se irá y que no quede el nombre, es nuestro, no suyo. Chihua-bus o metro-bus (pa creernos metrópoli)
    Slds.

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