sábado, 17 de agosto de 2013

Un lustro sin justicia: ¿Quién nos puede decir donde están la justicia y la verdad?




CREEL, Chih.- Cinco años de dolor, impunidad e injusticia es lo que han vivido los deudos de las 13 personas que fueron masacradas por un grupo criminal en este poblado , las familias realizaron la marcha del silencio y se fundieron en un abrazo fraterno al terminar la ceremonia eucarística para recordar a los ausentes.

Con el dolor a cuestas, algunos enfermos de cáncer, diabetes y depresión, los deudos portaban camisetas blancas con la fotografía de sus seres queridos asesinados, se reunieron en el atrio del templo de Nuestra Señora de Lourdes, la cual tapizaron con mantas en recuerdo de las 13 personas que fueron masacrados aquel 16 de agosto de 2008.




A las 16:00 horas inicio la procesión en silencio, avanzaron por la calle principal hasta llegar a la Plaza por la Paz, donde fueron recibidos por la placa que recuerda aquella tarde-noche trágica.

"Porque el hombre es capaz de las peores atrocidades, y no podemos permitir que se borre la historia ni se pierda la memoria, se construyó esta plaza por la paz -símbolo de la barbarie y la impunidad-. A la memoria de los masacrados en este lugar el 16 de agosto del 2008", es la leyenda que se puede leer seguida de los nombres de las víctimas.

En lo alto hay una estatua de una mujer que mira a lo alto, levantando una paloma, mientras dos niños se aferran a sus enaguas. En los 13 pilares, que supuestamente iban a convertirse en fuentes como promesa de la autoridad gubernamental, colocaron las fotografías  de: Édgar Arnoldo Loya Encinas, de 1 año 4 meses; René Lozano González, 17 años; Luis Daniel Armendáriz Galdeán, de 18; Fernando Adán Córdova Galdeán y Óscar Felipe Lozano Lozano, de 19; Daniel Alejandro Parra Mendoza, de 20; Juan Carlos Loya Molina, de 21; Kristian Loya Ortiz, de 22; Alberto Villalobos Chávez, de 28; Luis Javier Montañez Carrasco, de 29; Édgar Alfredo Loya Ochoa, de 33; Fredy Horacio Aguirre Orpinel, de 34 años; y Alfredo Caro Mendoza, de 36 años. A los pies algunas flores de colores.

“¿Quién nos puede decir donde están la justicia y la verdad? Nosotros aquí estamos”, es la pregunta que todos estos años se han hecho los familiares y pobladores que en humildad se congregaron para alimentar la memoria y no apostarle al olvido.

MISA DE LA MEMORIA
“Dios bendiga las lagrimas que ustedes han derramado por lo que aquí cayeron víctimas de la maldad y la injusticia, que esas lagrimas sean semilla de esperanza para seguir comprometiéndonos sin descanso hasta la justicia”, enfatizó el sacerdote Héctor Martínez Espinoza, vicario general de la diócesis de la Tarahumara, al presidir la celebración eucarística.

Las  familias de las 13 víctimas recordaron a sus seres queridos que les fueron arrebatados por las manos asesinas  del brazo armado del Cartel de Juárez: "La Línea", a la vez que alzaron una plegaria para que las autoridades se dignen a atender la problemática del poblado.

Los asistentes se unieron a la plegaria para que aquellos que con dureza de corazón siguen sin atender a su pueblo volteen un poco su mirada y recuerden que son servidores públicos.

“Debemos de fijarnos en quien delegamos nuestro voto, todos estamos decepcionados de cualquier gobierno en turno, pero no vamos a dejar de seguir luchando, seremos como ese buen samaritano que en el camino se acercó al herido”.

En la homilía el sacerdote dijo que al pueblo le duelen los buenos que han caído víctimas de la violencia y los malos que también son víctimas de otros poderes.

Fue enfático al señalar que los asesinos de estas 13 víctimas, llegaron esa noche con el corazón muerto, “Se los habían matado con su droga, su manipulación, con sus promesas, lo traían muerto y dejaron muerte”.

Los feligreses rogaron a Dios para que tengan vida en el corazón y los mantenga firmes en la esperanza, para comprometerse a seguir justos hasta lograr la justicia. “No es cierto que el padre Javier Ávila sea el único revoltoso, el que grita y se queja en los periódicos, pero detrás de él y junto a él estamos todos nosotros, su pueblo y su gente”.

Las oraciones comunitarias se ofrecieron por los deudos y sus familias para que el Señor los siga fortaleciendo y que la fe, esperanza y amor viva en su hogar. Así como por los sacerdotes de la Tarahumara para que puedan servirlos sin tener miedo de entregar a propia vida. Pidieron Edgar Arnoldo es más pequeño de las víctimas del homicidio colectivo, quien murió en brazos de su padre,  así como por lo niños y niñas para que tengan un Creel donde puedan salir a jugar y pasear  al sentirse seguros.

Otra de las oraciones fue por aquellos familiares que han enfrentado la depresión, tristeza, soledad y otras enfermedades tras la masacre.

A 5 años de hacer memoria de la muerte y la violencia entregaron a los que cayeron en el lugar. Hicieron un círculo para expresar su fe en Dios, pero sobre todo para tomarse de las manos y no sentirse solos, porque siempre tendrán un hombro donde llorar y una mano donde sostenerse.

SIN JUSTICIA Y PAZ
Corría el año 2008, un 16 de agosto todo era normal, al menos 25 hombres, la mayoría jóvenes, se encontraban reunidos escuchando música, departían una cerveza y convivían. Algunos jugaban carreras y unos más habían salido a comprar cerveza.

De repente hasta las instalaciones de centro social Profortarah, arribaron 3 camionetas a todas velocidad, de las cuales descendieron al menos 12 hombres, quienes dispararon a diestra y siniestra contra el grupo.

A partir de esta masacre, se inicio una ola de violencia en la zona serrana, todo ha quedado impune, por lo que los hechos se han repetido, sin que ahora se denuncien por temor. Se vive sin justicia, sin ley, sin protección, pero si con miedo y desconfianza. Como comunidad están a merced de los criminales.

“Marchamos porque no podemos permitir que se borre la memoria y se olvide la historia”, afirmó Brisa Loya, hermana de Kristian Loya Ortiz, de 22, quien estudiaba arquitectura.

Brisa destacó que las familias siguen con el mismo dolor e impotencia. No existe la justicia y no han tenido paz.

“Solo han sido promesas y promesas, la violencia ha aumentado y nadie hace nada”, expresó Mirna Loya, hermana y tía de algunas de las victimas.

Otra de las familiares dio las gracias a los asistentes por seguir compartiendo ese grito de dolor y clamor por justicia, conservando la memoria. Dales señor el descanso eterno.

PROMESAS DE LA AUTORIDAD
La Plaza por la Paz fue una promesa del gobierno en turno, se les dijo que construirían unas fuentes en los 13 pilares, donde brotará  agua en señal de la vida que les arrebataron a las víctimas del homicidio colectivo. Solo están los pilares.

En la pared del centro social, se iba a colocar un mural y ahora solo puede verse una pared blanca maltratada y rayada.

“La plaza,  en medio del dolor, iba a ser un espacio reconfortante, con árboles”, dijo otro de los deudos. Todo ha quedado en promesa.

El área la cuidan los deudos, no cuenta con luz. Las cruces se encuentran al lado de una leyenda que versa “El amor y la verdad se dan cita, la justicia y la paz se besan; la verdad brota de la tierra y la justica se asoma desde el cielo”.

Los asistentes pidieron por el gobierno para que abra su corazón, sea sensible, para que venga y aquí busquen el bien común para todos, en especial la seguridad y la justicia.

El pueblo se siente abandonado y a merced de la violencia. A un lustro todo sigue igual, porque la justicia no llega.







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