Por: Aída María Holguín Baeza.
En vísperas de la llegada de cada nuevo año, frecuentemente leemos o escuchamos la vieja y conocida frase que desea para todos un “próspero año nuevo”.
De acuerdo a la Real Academia Española, “prosperidad” es el “curso favorable de las cosas” o “la buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre”.
Desafortunadamente, solemos asociar la “prosperidad” con asuntos materiales, económicos, laborales o de negocios, olvidando por completo otras áreas de nuestras vidas que requieren de mayor prosperidad.
Pensar que solo el trabajo, el dinero, el patrimonio, los lujos, el poder, los viajes, etc, etc, etc., mostrarán cuan prósperos somos, quizá es el mayor error histórico, repetitivo -y aumentativo - que como seres humanos hemos cometido.
Es válido querer ser próspero en todo lo anterior; sin embargo, sería de más valor el ocuparnos por prosperar en otros ámbitos y en conjunto (no solo en lo individual); para que eso suceda, primeramente tendríamos que reflexionar en dónde estamos y adónde queremos llegar como sociedad.
Sin duda alguna, el instinto de supervivencia de nos lleva a buscar -y encontrar- todos aquellos medios o factores a través de los cuales podamos satisfacer las necesidades y requerimientos que como seres humanos tenemos, y que nos hacen sentir seguros.
Es importante recalcar que es muy válido buscar ese tipo de satisfacciones. El error radica en que ese instinto de supervivencia nos ha convertido en una sociedad individualista y materialista en la que la ética y los valores -que como seres humanos deben caracterizarnos-, prácticamente han quedado en el olvido.
Las preguntas son: ¿por qué no pensar también en “tener éxito en lo que emprendemos, sucede u ocurre” con nuestros comportamientos éticos sustentándolos en los valores humanos?
No seríamos un mejor sociedad, y con una mayor igualdad de oportunidades, si todos y cada uno prosperáramos en honestidad, compromiso, lealtad, integridad, respeto, empatía, responsabilidad, transparencia, en solidaridad, en servicio, en voluntad, en compasión, en tratar con dignidad a los demás, etc, etc, etc?
Esas preguntas habríamos de reflexionarlas -y contestarlas- en lo individual, y ejecutarlas en colectividad, si es que queremos una verdadera prosperidad para el mundo en el que vivimos -especialmente para México-.
Quizá sea un sueño guajiro, pero estoy convencida de que si vivimos y actuamos en apego y congruencia a la ética y los valores humanos, en nuestra vida futura -no solo en un año-, tendremos la prosperidad - en todos los aspectos- que tanto estamos necesitando.
En fin… el caso es que 2014 ya está aquí, y lo menos que podemos hacer es reflexionar al respecto.
Las opciones para prosperar son: hacerlo en lo individual o en la colectividad; en nuestro interior o solo en lo superficial; pensando en el futuro o solo en lo inmediato; solo en el dicho o también en el hecho; o simplemente que los demás decidan por nosotros.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el escritor y líder religioso de origen iraní, Abdu’l Bahá: “El mal continúa existiendo en el mundo debido a que las personas tan sólo hablan de sus ideales, pero no hacen lo necesario por llevarlos a la práctica. Si las acciones tomaran el lugar de las palabras, muy pronto la miseria del mundo desaparecería para transformarse en prosperidad.”
P.D. Con mis sinceros deseos -y esperanza- de que este 2014 prosperemos en todos los ámbitos, agradezco a la Red Libre Periodismo de Chihuahua por haberme brindado este espacio para expresar mis opiniones, y a quienes dedicaron un poco de su valioso tiempo para leerme durante 2013.
Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com
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